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DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO" 389 misterios de nuestra santa religion con toda aquella devoción, gravedad , modestia y compostura que exije un lugar tan santo, y unos misterios tan venerables y augustos como los que en él se celebran : debemos concurrir á la palabra de Dios que nos propo- nen los ministros del Altísimo, con ánimo de aprovecharnos de ella y practicarla : debemos frecuentar los Sacramentos , asistir a los hospitales y á las piadosas cofradias ó congregaciones , para amparar á los enfermos, acompañar á los moribundos y enterrar los muertos. Parecer resucitado, sin estarlo verdaderamente, es hipocresia que engaña á los hombres : estar verdaderamente re- sucitado , y no parecerlo y disimularlo, es cobardia de espíritu, es efecto del respeto humano que ofende á Dios. Ay hermanos mios |! Cuántos por temor de las lenguas de los impíos detraclores de la piedad no se atreven , como Nicodemus, á ser públicos dis- cípulos de Jesucristo, y audan á lo oculto, ó por la noche , como él! Noasi los verdaderos justos. Ellos no se avergúenzan de Jesu- cristo y su Evangelio : ellos hacen pública profesion de su reli- gion, ellos pisan todos los respetos humanos, porque bien saben que á los que se avergonzasen de Jesucristo y su doctrina, no los tendrá el Señor por suyos, y solamente colocará en su gloria á los que le confesasen delante de los hombres , y observasen Su santa é inmaculada ley: Qui me erubuerit, el meos sermones, hunc filius hominis erubescet. (1) Y. La quinta señal de la Resurreccion de Jesucristo fué ser constante, permanente y perpétua: fué una resurrección para nunca volver á morir. Asi lo afirma con terminantes palabras e] grande apóstol San Pablo: Scientes quod Christus resurgens ex mor. tuis, jam non moritur; mors illi ultra non dominabitur. (2) Es me- nester que sepais, decia el santo á los romanos, que Jesucristo, resucitando de entre los muertos, ya no morirá otra vez: la muer- te no tendrá ya poder contra su cuerpo. Esta es la singular pre- rogativa de la Resurrección de Jesucristo sobre las resurrecciones de aquellos muertos que el Señor volvió á la vida. Resuciló á la hija de aquel hombre distinguido de la Sinagoga; pero volvió á pagar el tributo á la muerte en el término de sus dias. Resucitó al hijo de la viuda de Naim; pero volvió a morir. Resucitó á Lázaro; pero este varon insigne, despues de haber llenado dignamente los 1) Luc. c. IX, v. 26. 2) Epis. ad Rom. c. VI, v. 9.
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