BCCSAL000549-A-09000000000000

DE MARIA SANTISIMA. 371 olra criatura ha llorado mas amargamente, mas intensamente ni mas virtuosamente que vos; y si no habeis ya muerto de dolor al veros sola sin vuestro Hijo amado, contadlo por un gran mila- gro de la Divina Providencia. Nuestros corazones se parten de dolor á la presencia del cadáver de nuestro divino Maestro y de vuestra dolorosísima soledad : no nos obligueis, Señora , muriendo finalmente vos á la violencia de vuestros sentimientos, á hacer dos entierros en un sepulero mismo. Pero ay ! Qué desgracia tan ape- tecida de la Virgen, haber muerto en aquel abrazo afectuosísimo de su Hijo! Oh con cuántas ánsias deseaba ser enterrada con su Jesus! Ninguna otra mansion de la tierra la era mas apetecible que aquel sepulcro, si por entonces funesto y lóbrego, despues feliz y elernamente glorioso. Consideraria la Virgen Madre una super- abundante recompensa de todas sus amarguras, si la muerte hubie- ra dado á su vida un golpe tan apetecido y tan oportuno, que la proporcionase el ser enterrada en el sepulcro mismo de Jesucristo su Hijo. Y si. esta gracia en el conocimiento que tenia María San- tísima de los sucesos futuros de la santa Iglesia, para cuya defen- sa y propagacion la conservaba el Omnipotente, era de dificil con- cesion, cuánto hubiera deseado el que ella misma sirviera de se- pulero en aquella ocasion, para que por un círculo dichoso repo= sase difunto el cuerpo de su Hijo Jesus en el mismo tálamo virginal de su Madre , donde habia sido concebido? Pero ya que la Virgen Madre no consiguó ser enterrada con Jesus, ni ser el sepulcro de Jesus, enterró á lo menos con Jesus su alma, su corazon y todos sus amores, como dicen San Fulgencio y San Gerónimo: ln tumu- lo sepelivit amores suos. Ya no convenia diferir mas el entierro del autor de nuestra sa- jud, y por tanto, volviendo á cubrir el rostro con el sudario, acom- pañando el movimiento de la grande piedra que cerraba el sepul- cro, con nuevos gemidos y nuevas lágrimas de toda aquella dolorida comitiva, quedó enterrado , cerrado y sellado el sacrosanto cuer- po de nuestro Salvador Jesus. Levantó entonces la Virgen mas al- tos los suspiros, fueron mas abundantes y mas amargas sus lágri- mas , mas tiernos y espresivos sus sentimientos , abrazaba la pie- dra con el afecto mas-sensible , la daba mil dolorosos ósculos, la hablaba con suavísimas palabras, y al parecer pretendia dar se pultura en su corazon al venerable sepulcro del Redentor. La dura piedra dió señales de enternecerse , y como si no qúisiese perder la ocasion de poder testificar el intensísimo dolor de la dulce Ma-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz