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568 SUBRE LA SOLEDAD jos vosotros tambien, hombres ambiciosos, que atropellando los mejores derechos de los concurrentes á los empleos, solo tratais de elevar vuestra fortuna á cualquiera costa y fomentar á vuestros parientes, paisanos y recomendados por cualesquiera medios, aun- que sean los menos conformes á la equidad, á la justicia, ála razon yá la divina ley. Llegad, soberbios , iracundos y mur- muradores , y acompañados de esas infelices pecadoras que á pesar de la natural piedad de su tierno corazon, proseguirán en las ofensas del Señor, haced lo que no hicieron los hebreos: ellos, despues de crucificado el Salvador, se bajaron del Calvario, asombrados , confusos , y dandose golpes en el pecho; y vosotros, despues de haberle visto con los ojos de la fé, como le descendie= ron de la eruz y le pusieron en los brazos de su Santísima Madre, ni os llenais de confusion por vuestras culpas , ni aborreceis vues- tros pecados, y escediendo en insensibilidad á los mismos peñas— cos, lodayía os hallais con ánimo de arrancar el cadáver de Jesu- cristo de los brazos de su Madre y volverle á crucificar por la repeticion lastimosa de vuestras culpas. Rursum crucifigentes sibi- melipsis filtum Dei,como nos lo asegura San Pablo. (1) Con tan re- suelto furor y formidable crueldad os hallais, oh miserables peca- dores! Sí, cieriamente. Tan atrevidos volvereis á pecar: tan olvi- dados de los grandes, de los innumerables , de los infinitos benefi- cios que acabais de recibir del Hijo y de la Madre : tan temerarios reincidireis en vuestros vicios, sin reflexionar que Dios tiene pues- to número y tasa á los auxilios que os ha de dar, á los dias que habeis de vivir y á los pecados que habeis de cometer, y el pri- mero podrá ser el último: el primero podrá completar los terribles y ocultos juicios del Señor : el primero podrá poner el sello á vues- tra eterna reprobacion. Qué temeridad, amados pecadores de mi alma! Qué ingratitud para con un Dios tan bueno y una Madre tan amable ! Entrad en vosotros mismos, reflexionad estas verdades tan útiles para vosotros, y resolveos á dejar el vicio y practicar la virtud : resolveos á separaros de las malas compañías, á huir de las ocasiones peligrosas, á poner en arreglo vuestra conciencia y los temporales asuntos de vuestras casas, á buscar un confesor sábio y virtuoso, á frecuentar segun su direccion los sacramentos, á dedi- caros á la oracion, a mortilicar las pasiones y cumplir con las obli- gaciones de vuestra oficina, de vuestro tribunal, de vuestro taller (1) —Epistol. Pauli ad Hebreos, c. VI, y. 6.
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