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DE MARIA SANTISIMA. 363 grande alma de mi Hijo no me ha dejado, no me ha desamparado, aun vive mi Hijo: mi Hijo aun no ha muerto: Sufficit mihi si adhuc filius meus vivit. Pero ay Señora! Que llegó ya el tiempo de es- perimentar vuestra primera soledad: llego ya el tiempo de quedar sin vuestro Hijo, y de ausentarse de vos aquella alma que tanto 0s favorecia. Preparad vuestro purísimo corazon para una pena que no habeis jamás esperimentado , ni volvereis á esperimentar. Oid, escuchad á vuestro Hijo, que cubierto todo el cuerpo de una pali- dez tristísima, y con una voz ya lánguida y desmayada, 0s habla desde la eruz, y dice: Mujer, ve ahí á tu hijo; y vuelta un poco su dolorida caheza hácia el discipulo amado, añade, ve abí á tu Ma- dre; Mulier, ecce filius tuus, deinde dicil discipulo, ecce mater tua. Oh palabras de Jesus, y qué llenas estais de misterios y amargu- ras! Parece lo mismo decir: hasta ahora habeis sido mi Madre, y yo vuestro Hijo: hasta ahora he estado en vuestra amable compa- ñía. oshe obedecido como á verdadera madre, y al mismo tiempo era el original de donde vuestro purísimo espíritu copiaba las be- róicas virtudes que le adornan. Vos me habeis correspondido con amor de verdadera madre, y toda habeis sido para mí, y yo para vos; pero desde este momento os quedais sin mí: desde ahora 0s quedais sola, y sin mas compañía que mi discípulo Juan, Lece fi- lwus tuus. Creereis vosotros, carísimos oyentes, que traspasada el alma de la añijidísima Virgen con estas palabras, dejaria de formar en su interior estos ó semejantes discursos ? Hijo mio, “on qué ya me habeis últimamente abandonado? Pensais dar á mi pena algun alivio, sustituyendo en lugar vuestro á Juan vuestro discípulo? Oh qué conmutación para mí de tanta pena y dolor! Una criatura por el Criador! El hijo del Zebedeo por el Hijo del Eterno Padre! El discípulo por el Maestro! Aun cuando querais que yo acépte tan triste coíutacion , admitiendo á Juan por hijo mio, y en él á todo el linage humano, por que me tratais con tan estraño rigor llamándo. me mujer, y negándome el dulce nombre de Madre? Pues qué, no sois mi Hijo ? No os crié con amor? No os alimenté con cuidado? No os serví con fidelidad? Padre Eterno? quereis tambien vos cas- tigarme negándome el tratamiento de Hija vuestra, asi como mj hijo y vuestro me niega el título de Madre suya ? Espíritu Santo, de quien Yo tantas veces he sido llamada Esposa querida, me aban- donareis tambien , dejándome como á una viuda enla amarguísima soledad en que me hallo? Santos ángeles....! Pero ay! Que mi Hijo inclina la cabeza, cierra los ojos, y entrega el espíritu en manos

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