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DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. 347 tratan : el alivio que encuentra en que Simon Cirineo le ayude llevar la: cruz, no es por compasion á su venerable persona, sino que viéndole tan falto de fuerzas, y como á punto de espirar , re- celaban que podria morir en el camino, y querian aquellos sacri- legos tener la bárbara satisfaccion de verle morir en una cruz, como tantas veces lo habian pedido y descado. Llegaron , al fin, todos al monte Calvario, y allí le renovaron las heridas de la cabeza arrancándole de nuevo la corona, y des- cubrieron todas las de su virginal y purísimo cuerpo , quitándole la túnica inconsútil, que estaba pegada á la carne con la sangre, y dejaron al Criador de los cielos y la tierra desnudo y hecho uná laga universal á la vista de una multitud innumerable. Mirale, alma, y advierte como te enseña el Señor el sétimo paso de la vida espiritual, que es llevar con resignacion y perseverancia hasta. la muerte la cruz que su Majestad se haya dignado darte: sea pobreza, enfermedad , persecuciones , desconsuelos, cárceles, calumnias y cualesquiera otros trabajos, á pesar de la repugnan- cia de nuestra viciada naturaleza , y de las caidas que puedan oca- sionarnos el mundo , el demonio y las pasiones : mírale desnudo, y aprenderás la importante leccion de la desnudez de espíritu con que debes caminar á Dios sin afectos terrenos, sin buscar consué= los ni alivios esteriores; antes fijando la intencion en Dios trabaja en el bien hasta morir. Pero, dulcisima Madre mia , cómo estando vos en el monte Calvario, y viendo desnudo al Hijo de vuestras purísimas entrañas, no tuvísteis valor para romper por entre la multitud de soldados y ministros, y cubrir con vuestro manto aquellas carnes virginales formadas por el Espíritu Santo? Venid, Señora, acercaos y te- nedle en vuestros brazos mientras barrenan la cruz, mientras preparan los clavos para fijarle en ella , mientras proporcionan el título que han de poner sobre su sagrada cabeza, mientras los soldados se reparten entre sí las vestiduras, y echan suertes para saber á quien le toca la túnica inconsútil que vos misma le tejís- teis cuando niño, la que fué creciendo con su edad. Acercaos, oh dolorosísima Vírgen, y abrigadle entre vuestros brazos , y dadle algun consuelo mientras se cumplen las profecías que tan claramente hablaron de cuanto está padeciendo: Diviserunt sibi vestimenta mea , et super vestem meam miserunt sortem. (4) Dadle 1) Psalm. XXI. y. 19.

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