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DE UNA RELIGION REVELADA. 23 una religion. Verdad sensible y luminosa , de que nos dan lesti- monio los deseos de nuestro corazon y las luces de nuestro enten- dimiento. Sí, señores, la idea de una religion es como ingénita en el hombre , nace con el hombre , es como el instinto natural del hombre. Dentro de: nosotros mismos escuchamos una voz fuerte, que imperiosamente nos enseña la existencia de un Sér supremo, á quien debemos nuestros respetos; y ella misma nos dice que aquel Sér eterno, castiga el delito y premia la virtud : nos dice, que su brazo omunipolente nos amenaza y Su vista penetrante nos percibe entre las mas oscuras tinieblas, como en el dia mas claro y mas sereno. Voz poderosa , que ni los esfuerzos del impío, ni el tumulto de las pasiones, ni la rebelion de los apetitos , podrán ja- más hacer callar! Voz permanente, que se perpetúa de generacion en generación por todas las edades del mundo! Voz universal, voz general, que se hace oir desde el Oriente al Occidente , y desde el Septentrion al Mediodía | En todos los pueblos, en todas las na- ciones, en todos los imperios, en todos los siglos, veo los hombres con alguna religion. Mientras hagan un recto uso de su razon; ja- más abandonarán esta idea , y el imperio de la religion no se aca- bará mientras no se acabe el imperio de la razon. Este es el cla- mor de la naturaleza: esto enseña constantemente á la generalidad de:los hombres, sin que el ejemplo de un pequeño número de es- túpidos, pueda hacer sospechoso el testimonio universal del género humano; como el ejemplo de un corto número de dementes, no hace dudosos: los principios generales del sentido comun. Decidme, dónde hallaremos regla segura de la verdad, si lo.que la naturale- za dieta á todos los pueblos y en todas las edades, noes verda- dero ? Desterremos lejos de nosotros las blasfemias escandalosas de los Hobbes , los Espinosas, los Machiabelos, los Epicuros, los Lu- erecios y otros semejantes , que han pretendido hacer de la religion una quimera vana ó un frívolo fantasma. En qué tinieblas de er- rores no se precipitaron aquellos ciegos, por cerrar obstinados los ojos de su razon:á la demostracion de estas verdades! Las incon= secuencias y contradicciones de sus monstruosos sistemas, vengan el ultraje: que ellos hicieron á la razon y á la fé. Yo quiero por este momento suponer sus principios, y veremos si ellos ó sus in- felices discípulos pueden negar las evidentes consecuencias que de ellos se deducen. No hay religion, decís con una boca blasfema y un corazon corrompido. Yo respondo: no hay religion? Luego no

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