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DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. 335 hubiera conspirado contra mi vida, yo le hubiera sufrido con me- nos dolor; pero tú oh Judas , quién lo pudiera creer? Tú que eras uno de mi familia, que me acompañabas en mis viajes, que le sen- tabas á mi mesa, que participabas de mis caricias, y no tratába- mos sino de formar por la caridad un corazon y una alma entre todos los de la casa del Señor? Tú habias de haber ido á decir á los príncipes de los sacerdotes: qué me dais por Jesus y vo le pon- dré en vuestras manos? Si inimicus meus maledixissel mihi. sust nuissem utique : Tu vero homo unanimis , el nolus meus qui simul mecum dulces capiebas cibos? Infeliz hombre! Si te ha quedado al- gun rastro de pudor y de sentimiento natural, cómo no te caiste muerto al escuchar una reconvencion tan tierna ? Pero nada me- nos, Señor, él no 'os escucha : sus entrañas se han endurecido: su corazon está obstinado. Poned, pues, límites á vuestra miseri- cordia para escarmiento de los pecadores endurecidos , y justificar las imprecaciones de vuestro real profeta, cuando hablando de es- te malvado apóstol, decia: Oprimele, Señor , por su pecado, y póngase ásu derecha el diablo: salga condenado cuando se presen: te en vuestro juicio : sean breves los dias de su triste vida , y sus- titúyase otro en su obispado: queden sus hijos huérfanos, y viuda su consorte: anden errantes como vagos sus hijos mendigando , y arrójenlos de sus propias habitaciones: no hallen quien los socorra, ni quien tenga misericordia de ellos: aniquilese su memoria á la primera generacion, y perpeluese su pecado para siempre, sin ser jamás perdonado. El no quiso la bendicion. (4) pues sepárese-= le de ella : quiso y eligió la maldicion, caiga eternamentesobre él. Aqui teneis, amados mios, en la mansedumbre de Jesus para con su enemigo Judas, y en el endurecimiento y obstinacion de Ju- das á las inspiraciones del Señor, el tercer paso que debeis dar en el camino espiritual. Oh qué importante! Qué útil! Qué necesario para conseguir la salvacion ! Dejaste las culpas, le separasle de los embarazosos estilos y costumbres del siglo y te dedicaste á la oracion? Pues cuidado ahora con las divinas inspiraciones. Ellas te levanta- rán si caes: ellas te reprenderán si pecas, y ellas, si las atiendes y practicas, te levantarán á la mayor perfeccion. Pero ay de tí. si como Judas, ensordeces á los divinos llamamientos! Ay de tí si las dejas pasar en vano! Porque entonces sete retirarán; sin ellas te obstinarás en el pecado, y morirás en la impenilencia final. Peca- (1) Psalm. CVUL, per. totum.
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