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334 SOBRE LA PASION otras ocasiones. Y en efecto , acercándose el hipócrita discípulo al mansísimo Jesus, y ocultando en el corazon el ódio mas mortal con una demostracion esterior de cariño, le saludódiciendo: Dios te guar- de, Maestro, poniendo al mismo liempo sus inmundos y sacrilegos jábios en el venerable rostro del Señor. O signum sacrilegum, es- elama todo asombrado San Agustin, wbi ab osculo incipitur bellum! Oh señal sacrilega de paz, dice el santo, con que se dá principio á la masinjusta y sangrienta guerra! Y cuánto de esto se vé hoy por nuestra desgracia en el mundo! Con capa de amor, con sobres- crito de paz se ocultan los odios mas implacables y las traiciones mas premeditadas. Oh si se vieran los corazones, y qué pocos verdade- ros hijos se hallarian para con sus padres: qué pocos agradecidos discípulos para con sus maestros: qué pocos fieles amigos para con sus amigos pobres y necesitados! No vemos los corazones; pero sí los veia nuestro dulcisimo Redentor, y deseando con una paciencia inalterable y un amor sin límites apartar á Judas de sus horrendos estravios, le pregunta: Amice , ad quid venistt ? Amigo á qué has venido? Es acaso á mostrar el agradecimiento al bene- ficio de haberte criado de la nada, de haberte conservado la vida, de haberte traido á mi escuela, de haberte dado el poder de hacer milagros, admitido por mi amigo , mi sacerdote, mi apóstol, la- vádote los piés, y comulgado con mi propio cuerpo y sangre? Amice, ad quid venisti ? Es posible Judas que asi le has despeñado? Me has vendido á mis enemigos , y ahora dolosamente me entre- gas ? Qué? No valgo yo mas que ese vil precio en que has con- certado mi vida? Yo que crié el cielo y la tierra, el mar y todos los elementos ? Yo que produje el oro, la plata y las piedras mas preciosas? Todo un Dios Eterno, Omnipotente y santo no vale mas que treinta reales ? Judas , qué has hecho? Vuelve en lí, recono- ce tu pecado, lórale, y ven á mi que no te desamparará mi cle- mencia , pues aun quiero ser lu amigo: Amice, ad. quid venisti? Oh prodigio de dulzura y de paciencia! Oh palabras dignas de un Dios, que vino al mundo á reprobar las venganzas, á condenar Jos resentimientos, á desterrar los odios y enemistades del corazon de los hombres! Qué acogida tan propia de un. Dios caritativo, que no habia venido á perder á los pecadores, sino á. salvarlos! Qué facil es reconocer en este caso d aquel hombre llenodel espí- rito de Dios, de quien los profetas nos delinearon la. mansedum- bre inalterable! Qué oportunamente parece que habia hablado Da- vid á Judas en nombre del Mesías cuando le decian: Si mi enemigo

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