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ps , Pm To a A A 332 SOBRE LA PASION luntad, sino la vuestra. Sed non quod ego volo , sed quod tu. Levantóse entonces el Señor, y como buen Pastor fué á visitar sus ovejas: como buen padre de familias fué á atender á:sus do- mésticos ; y como buen superior quiso saber como vivian sus súb- ditos. Halló á todos los apóstoles durmiendo , y habiéndolos dis- pertado y reprendido con suavidad, les encargó nuevamente la vigilancia y oracion, y volvió su Majestad á continuar la que habia interrumpido, Segunda y tercera vez repitió la visita á sus após- toles , y su oracion al Eterno Padre; y considerando la inmutabi- lidad de sus decretos, llegó su sacratísima humanidad á dejarse poseer de una afliccion tan estraordinaria, que no hallando el Evangelista términos para esplicarla, usó de esta palabra agonía: Factus in agonia prolixius orabat ; que es como la última y la mas terrible congoja de los que están ya para morir. A esta agonia mortal se siguió un sudor de sangre tan copioso, tan admirable, que no solo bañó todo su sacratísimo cuerpo, sino que llegó hasta regar con él la tierra: Factus est sudor ejus tanquam gulte san- guinis decurrentis in terram. Oh Jesus mio, dulcísimo y amorosí- simo Redentor de nuestras almas! Ahora conozco , Dios mio , la gravedad enorme de la culpa , pues causó en vuestra Majestad un efecto tan nunca visto en el mundo. Sudó sangre, católicos, nues- tro amable Redentor para fertilizar con ella la ingrata tierra de nuestros duros é incultos corazones, decia San Ambrosio. (1) Sudó sangre , dice San Crisóstomo , para apagar con ella la rabiosa sed de nuestros brutales apetitos. (2) Sudó sangre, decia San Ber- nardo, porque estimó en poco llorar con solo los-ojos la pérdida del hombre, y quiso llorarla con gotas de sangre por todos los poros de su cuerpo. (3) Sudó sangre, decia San Agustin, por la viva aprension de cuanto habia de padecer desde el huerto hasta la cruz, y por representársele las prisiones , las bofetadas, escar- nios, salivas , azotes, espinas, cruz, clavos, lanza y todos los demas tormentos de su afrentosisima muerte. Sudó sangre porque miraba desde allí todos los pecados de los hombres desde el prin- cipio del mundo hasta el fin y consumación de los siglos. Miraba las idolatrias de la gentilidad , los sacrilegios é ingratitudes de la Sinagoga , y los delitos del pueblo cristiano. Miraba la obstinación (1) -S. Ambros. lib. IH. de Espir. " (2). 5. Chrysostom. Homil. XLV. in Joan. (3) $. Bernard. Serm. II. in Ram.
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