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DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. 331 sando con infinito amor la ingrata tierra que produce el esparto y cáñamo para las sogas con que le han de atar, árboles para la cruz en que de han de crucificar , cañas para el cetro de ignominia con que le han de escarnecer, espinas para la corona que tan in- humanamente han de taladrar su cabeza, y dá hierro para los cla- vos con que le han de fijar en la santa Cruz, y para la lanza con que aun:despues de muerto le han de herir. Postrado está. y orando á:su Eterno Padre con estas afectuosisimas palabras: Pater mi, sipossibile est, transeat á me calix iste. Pero qué es lo que escucho, hermanos mios? El verbo divino despues de haber des- cendido del cielo-para hacerse hombre en la tierra, y pasado una vida pobre, laboriosa y mortificada, rehusa ahora el padecer y morir para consumar la redención del mundo ? No es este Señor el mismo que un poco antes habia predicho, con una claridad y firmeza prodigiosas la cercania y circunstancias de su pasion y su muerte? El mismo que decia debia ser bautizado con un bautismo desangre, y que se aflijia porque se dilataba? Qué! No está en ánimo de cumplir las profecías que hablaban de sus dolores, de sus llagas y de sus tormentos? Quiere privarnos del: fruto de su Encarnacion, del perdon de nuestros pecados , y de la entrada en el cielo, dejando cerradas eternamente sus puertas, y abiertas las del infierno, para que como esclavos del demonio por la culpa , se precipiten en él nuestras infelices almas en la separacion de sus cuerpos? Qué es lo que le oigo? Padre mio, si es posible , no beba yo un cáliz tan amargo. Pero tranquilizaos, cristianos mios, en esta parte. Las palabras del Señor son muy misteriosas. Quiso su Majestad mostrar en ellas, que era verdadero Hombre, y Dios verdadero. Como Dios contenia su inmensidad , su impasibilidad, su eternidad y todos los demas atributos divinos dentro del alma, por un prodigio digno de su omnipotencia; y como hombre verda= dero sentia las angustias, las aflicciones , los horrores que natu- ralmente esperimenta el hombre á la vista de la muerte: quiso mostrar con estas palabras que obedecia al decreto de su muerte, dado por su Eterno Padre: quiso consolar las almas aflijidas con los trabajos de la vida en todos los siglos subsiguientes, enseñán- dolas á recurrir á la oracion para pedir y alcanzar el socorro de sus necesidades, estando siempre conformes con la voluntad de Dios: quiso Que el fruto de su virtud que por su pasion prevista se les habia concedido : quiso, en fin, mostrar que iba á morir por la obediencia; y por eso añade: Pero , Señor, no se haga mi vo-
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