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328 SOBRE LA PASION cesos? Todos ellos hablan , todos instruyen, todos condenan los yi- cios y enseñan las virtudes. Pero á dónde acudiré por auxilios para no degradar con mis frias espresiones tan venerables Sacra- mentos? Padre Eterno.... Pero ay! Yo os considero como irritado con los pecados de los hombres, y resuelto á sacrificar vuestro Unigénito entre los tormentos por haber salido por fiador de sus deudas. Espíritu Santo, que conunicais con abundancia vuestros dones.... Pero triste de mí! Que os contemplo como oculto y aban- donando hasta lo sumo de la pena la humanidad sacratísima de nuestro amable Jesus. Virgen inmaculada, Señora mia dulcísima... Pero hay ! Que os veo sumergida en un mar de sentimientos DÉ anegada toda en la tristeza y el llanto. Angeles hermosos que go- zais en el cielo... Pero con qué dolor mirais en la tierra como ató- nitos y pasmados la ingratitud de los hombres, y la infinita pacien- cia de vuestro Criador! Iglesia santa que en tantas festividades os adornais de gloria para celebrar los triunfos de vuestro fundador, cómo ahora cubierta de luto sustituyes á tantos himnos y sagrados cánticos, tristísimas lamentaciones? Tus sacerdotes gimen, tus hijos se lamentan, tu pueblo clama, á dónde acudiré? X dónde me aco- jeré? A tí, oh cruz piadosa, única esperanza nuestra en este tiem- po triste de pasion. Tú eres la señal del sumo Rey de la gloria, tú el trono de la Majestad suprema , tú el cetro de su poder. A tí nos acojeremos , pues en tí fuimos redimidos. A tí nos acojeremos, y postrados con humildad en tu presencia, veneraremos los adora- bles misterios que obró en tí nuestro Redentor Jesus; pero ay! qué inmediata á tí veo á su bendita Madre María Santísima, y aun- que llena de amargura, es justo saludarla llena de gracia. Admi- tid, oh Madre dolorosísima , los corazones de estos vuestros ama- dos hijos. Mucho os han costado , Señora , pero al fin son vuestros al precio de la vida, pasion y muerte de vuestro Hijo. Todos nos postramos á vuestros piés, y os saludamos con el ángel: Ave, María. L... Despues que nuestro amable Salvador Jesus puso término á la antigua ley cenando con sus discipulos el Cordero, y dió princi- pio.4 la ley nueva ó de gracia, instituyendo el venerable y augus- lo sacramento de la Eucaristía , pasó á un aposento donde se ha= Maba su Madre, dice el seráfico doctor San Buenaventura , Y Sa- ludándola con majestuoso semblante, la hablo de esta manera : Ya Madre mia dulcísima ha llegado el tiempo y la hora decretada por la eterna sabiduría de mi Padre para que yo vaya á dar cumpli-

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