BCCSAL000549-A-09000000000000

DE NUESTRO: SEÑCR JESUCRISTO. 327 r vuestros hijos. Llorad, sí , Pero con lágri- vosotras mismas y po y un fin mas sanlo. mas que tengan un principio mas misterioso, Llorad, sí, pero con lágrimas de contricion, lágrimas de fé, lagr- mas de reconocimiento, lágrimas de amor. Será el fin de nuestra santa Madre Iglesia en representarnos cada año tan soberanos mis- es algunos momentaneos y pasa- os que á la menor dificul- Buenaventura, terios escitar en nuestros corazon jeros movimientos de ternuras y consuel tad desaparecen? Pero es desórden, decia San buscar nosotros las dulzuras en las amarguras de Jesucristo” Non vellis passionem meditar propter aliquam dulcedinem lemporalem. El fin es el que nos propone San Pablo cuando con uná voz: de trueno nos dice: Por todos ha muerlo Jesucristo, para que los que viven no vivan ya para sí mismos, sino para aquel que murió por ellos: Pro omnibus moriuus est Christus, utet qui vivunt jam non sibi, vivant, sed el qui pro 1psis mortuus est. Si señores, decia San Erancisco de Sales , Jesucristo nos ha dado la vida con su muerte, nosotros vivimos porque él murió por nosotros: de donde se sigue que nuestra vida no es ya nuestra, sino de aquel que nos la adqui- rió con su muerte. Verdad grande! Verdad importantísima que nos enseña que no ha de haber en nosotros obras, palabras, pensamien: tos, vida, cuerpo Ó alma que no se emplee en conocer, servir, amar, obedecer y adorar á aquel Señor que con un amor tan fino murió por nosotros en la cruz: Utet qui vivunt, jam non sibi vivant, sed ei qui pro ipsis morluus est. Este es el espiritu conque la santa Iglesia nos representa tan venerables misterios: este el que y0 deseo para predicaros, y esle el que vosotros debeis tener al es-- cuchar la pasion y muerte de Jesus. No pretendo tanto vuestra compasion, cuanto vuestra conversion; no tanto vuestras lágrimas, cuanto vuestro agradecido reconocimiento: no tanto vuestra ternu= ra, como vuestro ardiente y fervoroso amor, para que sabiendo que no es vuestra la vida cón que vivís, la reformeis con una vida perfectamente cristiana, que procuraré ir demostrando con breves pero eficaces reflexiones, al referiros los pasos de la: pasion y muerte de nuestro, Redentor Jesucristo. Ne espereis para la verificacion de esta preciosa y utilísima idea otros pensamientos que los que 110S suministran los sagrados evangelistas, testigos oculares de lo que nos refieren, ó' coetáneos á los sucesos públicos que en su vida historica nos cuentan. Yodo en ellos es grande, todo magnífico , todo interesante. Qué necesi= dad tenemos de seguir otro plan que « I de la série natural de los su-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz