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E Ert 20 SOBRE LA NECESIDAD inevitablemente una incertidumbre, una dislocada divagacion de la mente , y un estravío de la imaginacion, sino se ia fijase en al- gun piadoso objeto; y este fastidiaria y se haria enojoso , si nunca se variase por algun otro objeto virtuoso. Ved ahí la necesidad de los sagrados cánticos , del solemne aparato de los augustos sacrifi- cios , del majestuoso espectáculo de las ceremonias religiosas, de la modestia, y recojimiento que acompañan á una actitud decente y respetuosa. Y todo esto no contribuye poderosa y eficazmente á fijar la atencion del espíritu, y variar sus afectos para unirle vir- tuosamente con su Dios? Quién puede dudarlo , sino ha perdido su razon? Tambien dije, que el culto esterior manifestaba y espresa- ba el interior. Cómo podríamos sin él demostrar la uniformidad de nuestra religion? Cómo confesar que somos hermanos, que tene- mos un mismo Padre en los cielos, y una misma fé en la tierra, con que le adoramos , bendecimos y glorificamos ? Sin quemar in- cienso sobresus altares , sin postrarnos en sus templos , sin publi- car sus misericordias, sin darle públicas gracias por sus benefi- cios, sin pedir su proteccion en los apuros y necesidades, cómo sostendríamos delante de los hombres nuestra religion? Cómo de- mostraríamos nuestra fé? Y no me digais con los impíos insensatos : Dios no tiene necesi- dad de nuestros cultos , ni los exije : ellos son demasiadamente pe- queños, limitados é indignos de la inmensidad de Dios. No me digais eso, porque os responderia de este modo : Dios no tiene ne- cesidad del mundo; luego no le ha criado: el mundo es un punto imperceptible comparado con la inmensidad; luego es indigno de un Dios inmenso, infinito, eterno y omnipotente. Lo absurdo de estas consecuencias demuestra hasta la evidencia la locura de aque- llos principios. Para conocer y decidir si Dios exije nuestros cul- tos, no hemos de examinar si Dios tiene necesidad de ellos, ó si le resultará de tenerlos alguna utilidad ; porque cosa clara es, que el Eterno estuvo por una eternidad infinitamente perfecta sin necesi- dad de sus criaturas; lo que conviene examinar es, si habiéndose dignado criarnos adornados de razon y libre albedrío en el tiempo determinado por su adorable Providencia, exijen nuestros cultos su naturaleza y la muestra. Decidme: la misma razon natural con que nos enriqueció, no nos está dictando que hagamos un recto uso de ella para honrará este Dios que nos la dió? La libertad esencial con que adornó muestra voluntad , no hace virtuoso y me- ritorio aquel racional obsequio? Respondedme : la naturaleza de A Mot az A PP.
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