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298 SOBRE LA NEGACION rable doctrina, amados mios! Doctrina dictada por el espiritu de Diosque habita en el alma de nuestro Santo! Pero se sigue esta doctrina ? Se obedece el mandamiento de Dios de no tardar en convertirse , ni dejar de dia en dia la penitencia ? Han atendido los pecadores á los llamamientos de Dios, y á sus divinas inspira- ciones, que de tantos modos les ha comunicado en esta santa Cua- resma? Han dejado los vicios? Han llorado sus desórdenes? Si han imitado á Pedro errante, por qué no le siguen penitente? Dios es el mismo que era entonces, tan misericordioso como entonces, tan benigno como entonces : él os llama como á Pedro, os mira con misericordia como á Pedro, por qué, pues, oh pecadores de mj alma no respondereis como Pedro? Por qué no saldreis de los pe- ligros, os apartareis de las ocasiones y dejareis las malas compa- ñías como Pedro ? Es posible que no os estremece el consideraros por el pecado enemigos de Dios, desterrados del cielo, esclavos de Satanás y destinados para arder en los braseros eternos? Es posi- ble que estimeis en mas las tinieblas que la luz, la ignorancia que la sabiduría , la esclavitud que la libertad , la enfermedad que la salud y la muerte que la vida? Es posible que el pecado os sea mas amable que la divina gracia , que la herencia de la gloria y que la posesion eterna de Dios? Ay! es menester haber perdido la fé y no hacer uso de la razon para proceder de esta manera. Por tanto, pecadores hermanos mios , yo os ruego y humildemente os suplico que tengais compasion de vuestra propia alma , que mireis por la salvacion de vuestra alma , y osconvirtais á Dios con todas las ve- ras de vuestro corazon, y no dudeis entonces que Dios se conver- tirá á vosotros , os dará su gracia y os admitirá á su amistad y á su gloria. Y vosotros hombres virluosos, mujeres sólidaments de- votas, y cuantos al presente teneis la dicha y la felicidad inapre- clable de amar á Dios, estar en la gracia de Dios y ser amados de Dios, vivid.con su santo temor para no esponeros á los peligros, ni buscar las ocasiones del pecado: no confiando en vuestras pro- pias fuerzas, que son muy débiles, ni dejándoos dominar de la ti- bieza, que es muy dañosa. Considerad que no veis con vuestros propios ojos á Jesucristo como lo veia San Pedro; no teneis la compañía de los apóstoles como la tania San Pedro: no tratais per- sonalmente á Maria Santísima como la trataba San Pedro: no presenciais los grandes prodigios que obraba Jesucristo como lo presenciaba San Pedro; y si este santo enmedio de tantos socorros cayó como miserable y negó tres veces á su divino Maes-
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