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DE MARIA SANTISIMA. 271 admirables virtudes, era ciertamente un espectáculo digno de gran- de compasion. Sin embargo , la Santa Escritura nos dice que sus amigos se llenaron de estupor y pasmo, no al considerar todo este cúmulo de desgracias , sino al ver que su dolor era vivo, era in- tenso, era vehemente: Videbant enim dolorem esse vehementem. To- das las miserias de Job sin esta pena no les parecian insufribles; pero al considerar que atormentado el cuerpo, aflijida el alma, y todo inundado interior y esteriormente en una tribulacion univer- sal, sus dolores eran vehementísimos, lloraron amargamente, rom- pieron «sus vestidos arrebatados del: sentimiento, esparcieron el polvo sobre sus cabezas, se sentaron en tierra, y en toda una se- mana no le hablaron una palabra. Videbant enim dolorem esse vehe- mentem. Acercaos ahora, hermanos mios , al monte Calvario, donde ve- reis al Criador de Job en una situacion mas triste y lamentable. Tendido, no como Job en un blando muladar, sino en el duro le- cho de la cruz: no sueltas y espeditas sus manos para dar como Job algun alivio á sus llagas, sino clavadas cruelisimamente al ma- dero santo de la cruz: no libre la cabeza, ni con los piés sin,¡mpe- dimento para andar como Job, sino coronado de espinas, bañado todo su rostro en sangre y sus piés crucilicados, sin poder dar un paso ni sostenerse en ellos sin un inesplicable dolor. Jesucristo, mas desamparado que Job, no tiene amigos que vayan á consolar- le, sino enemigos que se presenten para allijirle. Los amigos de Job, temiendo darle alguna molestia, no se atrevianá hablarle, y el Señor estendia sus brazos á un pueblo que no le creia y le con- tradecia: á un pueblo que moviendo la cabeza, le insultaba dicien— do: Vab qui destruis templum Dei, et in triduo illud reedificas: sal- va temetipsum. Eres tú aquel hombre tan poderoso que podias des- truir el templo de Dios y reedificarle en tres dias ? Socórrete á lí mismo. Eres el Hijo de Dios? Desciende de la cruz y lo cretremos. Qué hombre eres tú, que has favorecido á tantos y á tí no Le pue- des favorecer? Asi le insultaban los soldados, asi le blasfemaban los principes de los sacerdotes, los escribas y fariseos, y los an- cianos de un pueblo ingrato, por cuya salud elerna moria nuestro caritativo y amabilísimo Jesus. Si Job era un hombre rico y llegó despues á la pobreza mas estrema: Jesucristo era el Dios omnipo- tente que formó de la nada los cielos y la tierra: aquel Dios riquí- imo y poderosísimo que con una palabra crió el oro , la plata, los damantes las esmeraldas y todas las riquezas del mundo : aque | |
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