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DE MARIA SANTISIMA. 273 mandando su Hijo la huida del mundo, la mortificacion de las pa- siones y la negacion interior ? Oh Virgen aflijidísima 1 Hasta dón- de llegaria vuestro dolor, si por desgracia viérais entre nosotros algunos pérfidos cristianos que se abalanzasen al sagrado altar, y volviesen á crucificar á vuestro Hijo amado con sus culpas , reci- biéndole sacramentado sin las divinas disposiciones? Ay! Con cuánta razon volveríais entonces, Señora, á lamentaros ! Oh vos omnes , qui transitis per viam , attendite , et videte si est dolor sicut dolor meus! Por la sangre de Jesucristo derramada por nosotros y por los dolores desu madre María Santisima , os suplico , señores, que no haya entre nosotros una monstruosidad tan detestable. Si como frágiles habeis caido, procurad levantaros como pecadores arrepentidos. El tiempo es el mas santo , la ocasion la mas oportu- na, los ministros de Jesucristo os esperan, Dios quiere vuestra conversion: dad este consuelo á su Madre para que sus dolores no pasen de ser contínuos á ser universales , que era mi segunda re- flexion. IL. Bien conoceis, amados mios, que toda la grandeza de los dolores de la Virgen no consistia en ser continuos: en ser unos dolores que la atormentaban siempre en toda su vida: unos dolo- res que no admitian intervalo, pausa ó interrupcion. Verdad es que un dolor que siempre permanece, causa una molestia ter= rible, pero al fin es tolerable si á todo lo demas del cuerpo y del alma no se estiende; pero cuando el dolor se hace. universal ademas de ser contínuo, entonces sube de punto imponderable- mente su tormento, y esto vemos con la mayor claridad en los dolores de la Vírgen. Para instruiros de algun modo en esta triste verdad, acordaos de aquel grande acontecimiento que nos refieren las divinas Escrituras del santo patriarca Abrahan, á quien mandó el Señor que le sacrifizase su hijo sobre un monte que el mismo Dios le mostraria. Terrible maadamiento para un padre como Abrahan, que tanto amaba á su hijo Isaac: para un pa- dre que tanto habia suspirado por aquel hijo que era el báculo de su vejez, la alegría de su casa, el consuelo de su familia, * el heredero de su hacienda: para un padre á quien el mismo Dios ha- bia prometido en aquel hijo una sucesion tan numerosa como las estrellas del cielo. Sin embargo, rompiendo Abrahan por todos los estorbos de la carne y sangre que le dificultaban el precepto, vbedece á Dios, y sale de noche de su casa con su hijo Isaac , dos criados y un jumentillo. Prepara la leña en el camino para el sa- 18

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