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270 SOBRE LOS. DOLORES No penseis ahora , carísimos oyentes, que todos estos privile- gios, que todas estas gracias, disminuian ó minoraban los dolores de María Santísima al pié de la-cruz en que pendia su amado. Todo lo contrario. Estas mismas gracias y privilegios hacian tan conti- nuos, tan universales y tan vehe mentes sus dolores, que su cono- cimiento está reservado para gozo accidental de Jos bienaventura- dos por los interminables espacios de la eternidad. Como su cuerpo se hallaba tan maravillosamente organizado, y su alma compren día todas las cosas eon una claridad tan pura , el dolor de ver pa- decer á,su Hijo, 4. quien intensamente amaba, el desconsuelo y tristeza al mirar la perdicion de tantas almas por quienes su Hijo padecia , y cuya copiosa redencion inutilizarian para ellos por su misma perversidad y su malicia, martirizaban el purisimo corazon de,la gran Reina con.uua vehemencia correspondiente al eonoci- miento: de los objetos de que el temor y tristeza procedian. Con esta elevadisima noticia; registraba las divinas Escrituras , y vien- do en ellas prometida la Encarnacion del divino Verbo, que como Redentor del linage humano habia de aparecer en. el mundo, se atormentaba desde sus mas tiernos años con los deseos mas carita- tivos, y.con las. ánsias mas amorosas de que llegase aquel feliz momento de. mirar.en la tierra al deseado de las gentes, al Salva- dor del mundo. , Eran tan vebementes y encendidos en el divino amor cestos afectos, que hubieran consumido sus naturales fuerzas si el Espiritu Santo mo la hubiera conservado milagrosamente. En- fermaba de amor , moria porque no moria de:amor. Qué dolor aún antes que naciera.su Hijo amado! Con «esta sabiduría del cielo, despues que con ún prodigio in- comprensible se hizo Dios hombre , cuando su verdadera Madre le tenia. en sus brazos y le alimentaba con su virginal leche, volvia á meditar en los santos. libros, y hallaba en ellos que aquel Niño, aquel hermoso Niño infinitamente mas agraciado que todos los hi- jos.deJas hombres, estaba puesto por señal de contradiccion, y seria por los inmutables decretos del Eterno Padre, ruina y resur- reccion de muchos en Israel : que seria el oprobio de los hombres y el desprecio del pueblo : que aquellas delicadísimas y purísimas carnes se cubririan de llagas: que aquel cabello hermoso se hu- medeceria'con la sangre que sacarian de su sacratísima cabeza las espinas de la corona; que se le eclipsarian aquellos divinos ojos: que. seria. aboleteado aquel rostro en que se miran con admiracion de su ¡belleza: los angeles del cielo: que aquellos lindos lábios,
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