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263 DE 14 MUERTE DEL JUSTO laborioso , mortificado, penitente , casto , justo y caritativo? No' alma mia. Sin el aborrecimiento de los vicios y la práctica de las virtudes, no hay para tí ni para ninguno salvacion. Todo el mun= do sabe que sin enmienda no hay perdon y sin penitencia no hay cielo. Todo el mundo sabe que el camino para llegar á la múerte de los justos es la vida de los virtuosos; y sin embargo de esta ín- tima persuasion en que estamos todos los mortales, qué es, Dios fío, lo que nos detiene para no caminar diligentes y fervorosos? Por ventura las riquezas? Pero otros muchos siendo ridos se salya- ron por la buena distribución de sus caudales. La nobleza? Pero cuántos emperadores , cuántos reyes, cuántos hombres ilustres es- tán en el cielo por haber acompañado con las buenas costumbres los brillantes resplandores de su cuna? La cientia? Péro cuántos bios están viendo á Dios por haber"empleado su sabiduría en uti- lidad de sus prójimos y gloria del Señor? Los empleos? Pero cuán- tos se perfeccionan en ellos mismos campliendo exactamente con sus obligaciones ? La salud, la robústéz, los pocos años? Pero cuán, tos en esta misma situacion viven irreprensibles? Qué nos falta- Dios mio ? Qué es lo que nos detiene ? Nos falta'úna resolución fuer- te, una resolución generosa que quiebre los grillos y tompa las d4- denas que nos atan, embarazan y detienen para que no sigamos él camino de la virtud. Nos falta aquel poderoso desengaño que con- dujo tantas almas á los mayores grados de lá perfeccion : “aquel desengaño de Jas vanidades del mundo, del amargo fruto de las pasiones, de las astucias del demonio y de la vida triste, inquieta y afanada de los amantes del siglo: aquel desengaño que aun en nuestros mis mos dias ha arrancado tantos jóvenes y doncellas del partido del vicio y los 'ha trasladado al gremio de la Virtud : aquel desengaño que ha arreglado tantas oficinas, pacificado tantos ma trimonios, poblado tantos monasterios y transformado en vasos de honor y santificación los vasos de inmundicia é ignominia”: aquel desengaño que vos solo, oh Dios de bondad y de clemencia, podeíS y sabeis dar segun los decretos de vuestra voluntad santa y adora- ble. Didnosle, Señor, para que entablando “una vida irreprensible cón vuestra gracia, consigamos una muerte preciosa en vuestra pre” sencia. ., Dádnosle, oh Padre eterno, por lá sangre de vuestro unigévito Hijo, puesto en esta cruz por nuestro amor. Dádnosle por esta co- roña de espinas qué atormentó cón tanta crueldad lás 'sienés deli- cadísimas de huestro Amabilisitho Jesus. Dádnosle por la hiél y vi-

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