BCCSAL000549-A-09000000000000

Y DEL PECADOR. 247 tam tribulationem deveni! Cuántos abusos de las inspiraciones de Dios! De las gracias de Dios! De los sacramentos de Dios! Cuán- tas veces pude confesarme bien y no me confesé! Cuántas pude oir con aprovechamiento la palabra Dios, y no la oí! Cuántas li- mosnas pude hacer! Cuántos enfermos visitar! Cuántos encarce- lados tuve proporcion de socorrer! Cuántos niños doctrinar | Cuán» tos buenos ejemplos de piedad y religion pude haber dado á mi fa- milia, á mi vecindad, á mi pueblo! Cuántas ocasiones se me pre- sentaban cada dia de ser útil á mi patria y á la Iglesia cod unas costumbres virtuosas y edificantes! Qué dolor para mi alma verse cargada de pecados y sin buenas obras! Justo castigo de la mano del Señor que me vea oprimido de la memoria de lo pasado, y que muera en una situacion lamentable por los males que comell, y por los bienes que dejé de hacer. Cognovi ergo quia propterea in- venerunt me mala ista : et ecce pereo tristitia magna in terra aliena. Os parece , hermanos mios, que el entendimiento del hombre en- señado por la razon y dirijido por la fé, podrá formar entonces otros razonamientos menos melancólicos? Desengañémonos que es menester obrar el bien en el dia de la vida, porque en la noche de la muerte no se puede: es menester aborrecer los pecados y hacer penitencia cuando tenemos salud, que cuando nos hallemos en la última enfermedad apenas podremos: es menester vivir virtuosa= mente, si no queremos morir pésimamente allijidos con la memo” ria de lo pasado. y abandonados con la separacion de lo presente. Este es otro apuro, y á la verdad bien terrible, para un peca dor constituido en la última enfermedad. No puede negarse que la mujer, los hijos, los criados y los amigos le procuran algun alivio y le acompañan en su tribulación, ya llamando á los facultativos para que le dispongan los medicamentos para la salud del cuerpo, ya dándole oportuna y cuidadosamente Jos alimentos. Pero los re- medios para el alma, cuándo se los proponen? Los auxilios para conseguir una eternidad feliz, cuándo se los suministran? Ay! Cuanto mas condecorada es una persona: cuanto mas distinguido es su empleo; cuanto mas elevada es su dignidad , otro tanto es mas infeliz y miserable en esta parte. Nadie se atreve á decirle que se muere: nadie se resuelve á mandarle recibir los Sacramentos: nadie le dice que disponga los asuntos temporales de su casa, como quien vaá comparecer en breve delante de todo un Dios. Por el con- grario, le llenan la cabeza de vanas esperanzas, le disminuyen el peligro de su triste situacion, le exhortan á que duerma , á que se-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz