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Ar 246 DE LA MUERTE DEL JUSTO mi voto al mas benemérito, y dándosele á un pariente ignorante, á un jóven ambicioso que se presentó cargado de recomendaciones de sus protectores; á un paisano entremetido, á un hombre adula- lador , á un simoniaco detestable , que llenaron la Iglesia de escán- dalos y el estado de desórdenes; porque yo atendí mas á colocar á mi familia, á los respetos humanos, á sostener el espíritu de par- tido, que á la razon, á la verdad, á la justicia, al verdadero mé- rito, y á la divina ley que me prohibía ser aceptador de personas en los empleos militares, políticos ó eclesiásticos. Nunc reminiscor. Ahora me acuerdo de aquella usurpacion oculta y maliciosa de los bienes del rey que administré de Jos caudales del pueblo , y los de la Iglesia, del pupilo, del huérfano y la viuda, que pusieron á mi cuidado, y que yo por una culpable poltronería , ó por uva avari- cia.astuta disminuí, apropiándomelos indebidamente, y cubriendo con artificio estudiado las cuentas delante de los hombres; pero no delante de Dios, en cuya adorable presencia están claras y paten- tes todas las cosas. Vunc reminiscor malorum que feci. Ahora me acuerdo que dominado de la envidia al mirar la prosperidad de mi prójimo, fuí con maña proporcionando su caida, y aparentando la mas decidida proteccion le tramaba la tela de su desgracia , enyol- viendo en ella á su inocente esposa y amados hijos, que llenos de ¡ágrimas y reducidos á la mayor miseria encaminaban al cielo sus justas quejas contra mi inbumanidad. Vunc reminiscor. Ahora me acuerdo de tantos malos pensamientos con que me deleité, de tan- tas feas palabras que proferí, de tantas torpes obras á que me en. tregué, de tantos escándalos que dí, de tantas almas como yo con mis desórdenes estravié del camino de la salvacion. Infeliz de mi! Toda esta multitud innumerable de pecados existentes en mi me- moria, claman contra mí, y dicen ser obras de mis ojos, de mis manos, de mi lengua, de mi cuerpo y de mi alma. Nunc reminis- cor mulorum que feci. Ahora me acuerdo de aquellas atroces ca- lumuias, de aquellas murmuraciones abominables con que yo man- chaba el crédito... la reputacion y buen nombre de toda clase de personas, cuando no eran mis concurrentes, cuando uo suscribian francamente á mis caprichos, ó no se rendian á mis Opiniones, por mas dudosas ó estravagantes que fuesen. Vunc reminiscor. Ahora me acuerdo de tantas inobservancias de los dias santos, de tantas desobediencias á mis superiores, de tantas intemperancias en los alimentos, de tantos abusos del poder. de la ciencia, del empleo, de la salud y de los demas dones del Señor, Infeliz de mi ! 4 quan-

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