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244 DE LA-MUERTE DEL JUSTO traten elicazmente de su justificacion, y los justos de su mayor santificacion. Esta gracia os pido por la intercesion y méritos de María Santísima, vuestra Madre. Y vos, ó amable protectora .de los hombres, amparadnos ahora y en la hora de nuestra muerte, para que logremos la felicidad de acompañaros, y alabar vuestro santo "nombre eternamente enel cielo, Confiado en vuestro amparo procuraré demostrar el provechoso asunto que acabo de proponer. MUERTE DEL PECADOR. Razon es venerar con el mas profundo respeto los incompren- sibles, pero justos y santos designios del Señor, en concederá unos hombres larga vida y á otros corta: en llevará unos por un camino sembrado de crucesy tribulaciones, y permitir á otros que vivan entre delicias, placeres y regalos: .en proporcionar á unos que se adornen con las tiaras, las mitras , los capelos , los cetros y las coronas, y en conducir á otros cubiertos de andrajos,- aÑliji- dos con enfermedades, perseguidos é infamados conlas calumnias, y hechos el desprecio y como el deshecho de los pueblos; Justo-es» vuelvo á decir, adorar los rectísimos juicios del Señor en esta ad- mirable variedad de condiciones y destinos en que viven colocados los hombres durante el curso:de su peregrinacion sobre la tierra, sufriendo no pocas veces los virtuosos, con admiracion de cuantos los consideran, los mayores ultrajes y humillaciones, y esperi- mentando los viciosos pecadores toda suerte dé contentamientos. Pero temblad pecadores ! Regocijaos- hombres: Vittuosos! Porque siendo Dios nuestro Señor esencialmente justoz. es. del todo preciso v.necesario que llegue un momento en que la virtud-de-únos consi: ga por medio de una muerte preciosa un premio eterno, y la: mal- dad de otros sea castigada, despues de una muerte pésima, con una pena interminable. No hablemos ahora de una muerte violenta, desgraciada é imprevista con que la justicia del cielo sepulta innu= merables veces en el abismo á los impios, cuando: mas distantes les parecia hallarse de su desgracia, y mas olvidados «vivian de la muerte. Coloquémosle al triste pecador en una camaeon la última enfermedad , supuesto que es inevitable que lenta ó arrebatada- mente ha de morir. Acerquémonos á su espírilu, meditemos sobre su triste siluacion, y veamos como la memoria de lo pasado le des- pedaza el corazon con los remordimientos mas crneles. Todos los

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