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20 SOBRE EL DESAMPARO DE DIOS espera con los brazos abiertos , y ha de ser en vano? No habeis de acabar de resolveros? Qué es lo que os detiene? Los deleites tran- sitorios, un poco de vanidad, una nada ha de impedir que deis vuestro corazon á Dios? Sí, Señor omnipotente y bien único de mi alma: una honra vana, un vil deleite, un bien caduco es lo que los retarda , lo que los detiene , lo que les impide acercarse á vos, hacer penitencia y llorar sus pecados. Pues acabad , Señor, de derramar sobre mis oyentes el amargo cáliz de vuestro furor. Apartaos de ellos, Señor, dejadlos endurecer , háganse impenitentes, quédense obstinados, vean cerradas las puertas de la gloria, y oigan de vuestros labios su eterna perdicion: Ego vado , el querilis me, el in peccato vestro moriemini. Masta aquí os anduve buscando, dice Dios, como un pastor solicito, dándoos silbos, conduciéndoos á los saludables pastos , apartándoos del precipicio, y aun llevándoos á mi rebaño sobre mis hombros; pero vosotros ingratos, os volvísteis nécios á las aguas corrompidas de los deleites del mundo ,álos vedados y venenosos pastos de los vicios. Apliqué entonces, dirá Dios , re- medios ásperos y sensibles, viendo que no aprovechaban los sua- ves y amorosos: yo te dí achaques y dolores que marchitasen el vigor y lozanía de tu carne: dispuse la pérdida ó diminucion de tu hacienda, permití discordias, pleitos y enemistades con que se perdiese la amarga paz que gozabas, y clamasen acongojado a] cielo: puse á tus ojos muertes repentinas, deshonras y enfermeda- des, para que á vista de tu peligro, á la presencia de un eterno infierno se acabase tu frialdad, y se ablandase tu dureza; mas por- que nada deesto bastó para reducirte, y ni en el cielo ni en el in- fierno veo mas remedios que aplicarte, es fuerza, á pesar de mi amor y misericordia, que yo me aparte de tí, pues así lo quiere tu obstinada voluntad; yo me voy , alma ingrata, yo me voy, quédate para siempre en tu pecado : Ego vado, el in peccato ves- tro moriemins. Señor , Señor, ádónde vais? Qué haremos sin vos, dulce bien de nuestras almas? A quién nos encomiendas , Jesus mio? Cur nos Pater deseris, aut cui desolatos relinquis ? Qué haremos los hijos sin padre, los discipulos sin maestro, los enfermos sin médico , los peregrinos sin camino, y los pobres sin Vos, que sois riqueza su- ma, bondad inmensa, clemencia infinita? Invadent enim gregem tuum lupi rapaces. Mirad, Señor , que los infernales lobos harán presa en vuestro rebaño , si vos Pastor divino, desamparais vues-

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