BCCSAL000549-A-09000000000000

Y LA DUREZA DEL CORAZON: 259 ya es desesperar al pecador. No. lieles, no es desesperarle . lo primero, porque semejante casta de gente no parece en las iglesias cuando se reparte la palabra de Dios allá los encontrareis en las comedias, bailes, juegos, paseos, glotonerias, y en otras inmun- dicias; mientras vosotros con piedad cristiana concurrís á Jos tem- plos, asistís á los venerables sacrificios, y os ocupais en otros úti- les y caritativos ejercicios. Lo segundo, porque dado caso que alguno me escuche, habeis de saber que nada de cuanto le he di- cho le mueve, nada le conturba, nada le estremece : si se estre- meciera, no seria obstinado. Por eso este discurso se dirije á vos. Otros principalmente. Con vosotros hablo, pecadores, con: los que aunque no estais obstinados , habeis pecado muchas veces , y no dejais de pecar, para que abrais los ojos, y temais caer en tan es- pantoso endurecimiento de que no distais mucho, y estais ya para caer en él. Mirad que la segur está ya puesta á la raiz del árbol de vuestra vida, y no queda mas que un paso para dar en el pre= cipicio. Podrá ser que la primera caida sea el remate de vuestra perdicion. Posible es que esteis á punto de caer en el endureci- miento del corazon; y si llegais á esta infelicidad, qué desdicha será la vuestra, quedándoos sin Dios, sin luces, sin sus auxilios é inspiraciones, dominados de vuestras pasiones, arrastrados de vuestros apetitos , sin esperanza alguna de gozar de Dios, y eter- namente apartados de su compañía! Qué decís á esto, fieles? Ya habeis advertido los riesgos y desventuras de la obstinación : ya sabeis sus funestas consecuencias: no ignorais que hay obstinados: estaisá pique de dar en este infeliz abismo, y vivireis aun sin Sus. to? Habeis probado vuestras fuerzas y vuestro aliento ? Os atreve reis á dejar que se pierda vuestra alma eternamente? No se os da nada por morir en una final impenitencia, y arder para siempre en los infiernos ? Pues si esto espanta , fieles mios, yo os pido por el amor y caridad que os debeis á vosotros mismos, por las entra. ñas dela misericordia divina que 0s convida, por la adorable san- gre y caridad de Jesus que quiere abrazaros, que pues ois su yoz, no querais endurecer vuestros corazones : odie si vocem Pomin audieritis , nolite obdurare corda vestra; y sitemeis caeren la du- reza de corazon, por qué á toda costa no resolveis as eguraros? Por qué no grangeais la amistad del juez que os ha de sentenciar ? Por qué no ahora y al instante? Quare non hodie, decia San Agustin, quare non hac hora finis turpiludinis mee ? Cuántos años há que Dios llama á la puerta de vuestro Corazon, que os convida , que os

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz