BCCSAL000549-A-09000000000000

212 SOBRE LA OBLIGACIÓN DE DE AMAR jo era David, y amaba a Saul, que le perseguia sin causa Con el mas rabioso encono, y á su rebelde hijo Absalon, cuya salud tem- poral y eterna procuraba. Sois hombres , tambien lo era San Este- ban, y oraba por los que le apedreaban , hombre era San Pablo. y rogaba por sus perseguidores: hombres eran los mártires, y abrazaban á los verdugos, que con los tormentos mas inhumanos y horribles.les quitaban la vida: hombres eran los Crisóstomos, los Atanasios, los Naciancenos, los Benitos, los Gualbertos y otra in- finidad de cristianos, que obedientes al precepto del Omnipotente, perdonaban las injurias mas atroces, abrazaban á sus mayores ene- migos, los amaban de todo su corazon, y hacian por ellos oracio— nes fervorosas. Sí, hermanos mios muy amados: Elias homo erat similis nobis passibilis: Todos estos siervos del Altísimo , y otros innumerables , eran hombres pasibles como nosotros, del mismo barro que nosotros, de la misma frágil y viciada naturaleza que nosotros. Si no los imitamos, no es porque el precepto de amar á los enemigos sea imposible, no es porque nos falta el auxilio de la divina gracia, no es porque ellos fuesen de diferente naturaleza; sino porque no nos resolvemosá obedecer á Dios, á obrar con los divinos auxilios que nos ofrece, á vencernos á nosotros mismos, á reprimir el ímpetu desordenado de nuestras pasiones : en una pa- labra, porque no queremos. No hay olra.causa que poder alegar; porque aquí no se trata, dice el padre San Gerónimo, de viajar á paises muy remotos, de fatigarse los piés caminando, de cansarse las manos trabajando; de debilitarse el cuerpo ayunando , de dis- minuir ó deteriorar la hacienda repartiéndola : dentro de nuestro corazon está lo que se nos pide. Solo consiste en querer lo que Dios quiere: en obedecer á lo que Dios manda. (1) Alguna escusa po- drán pretender los cristianos para observar otros preceptos del Señor, decia San Agustin. Podrán algunos decir: yo no puedo ayu- nar con frecuencia por la flaqueza de mi cuerpo" yo no puedo dar limosna por mi pobreza: yo no puedo vivir perpétuamente Con- tinente por la fogosidad de mi temperamento; pero podrá algu” no decir con verdad que no puede amar? /Vunquid poles mili di- (1) In hac dilectione pedes non laboran! currendo, aut manus ope. rando lassantur. Intus in corde nostro est, ab redir habemur, non in longinquis legionibus invenitur guod dá nobis petitur. (S. Hier. io Commentar. sup. c. V et VI, Matih.)

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz