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202 SOBRE LA ETERNIDAD. de abalanzarse á ellas temerariamente, reflexionará si peca contra Dios y contra la patria en no rehusarlas, conociendo que hay otros mas beneméritos á quienes se perjudica, y que hay un Dios que castiga severamente á los poderosos que atropellan á los mas dig- nos, á los masá propósito ó á los mas beneméritos á los empleos. Ult renuntient importunitatibus delictorum. Presentadle grandes ri- quezas : nada le dominarán el corazon; porque él sabe por el Sa- crosanto Evangelio que ellas son unas verdaderas espinas que pun zan y hieren por las fatigas que causan al adquirirlas, por los des- velos que ocasionan al conservarlas, y por los sentimientos que motivan al espenderlas. Ut renuntient imporlunitatibus delictorum. Ofrecedle delicias de la carne, proporcionadle ocasiones de salis- facerá los apetitos brutales de su cuerpo; él, atemorizado por las verdades eternas que le intima San Pablo con una voz de trueno cuando le dice: Si vivís segun la carne morireis eternamente, huye de ellas, las renuncia; y negándose á sí mismo. procura con las leyes del espíritu vencer las propensiones del cuerpo, para viyir segun Dios en la observancia de su santa é inmaculada ley. Ut re- nuntient importunitatibus delictorum. Finalmente, presentadlecuan- to precioso puede hallarse sobre la tierra; á él le parecerá todo yil y despreciable á la vista de los bienes inestimables del cielo, Oh, qué despreciable me parece la tierra, decia una alma santa, cuan- do miro al cielo! Todo lo caduco y perecedero me parece estiércol, dirá con San Pablo, cuando trato de ganar á Jesucristo por amigo. Nada ciertamente es capaz de derribar á una alma sostenida del pensamiento de la eternidad . Ella vé las cosas como son en sí mis- mas, no segun los caprichos vanos del mundo, sino con los ojos de la fé. Vé las cosas terrenas, como terrenas, frágiles y transitorias; vé las celestiales, como inmutables y eternas. Vé la divina gracia, como una dádiva de la infinita misericordia de Dios para con los hombres, y como una prenda segura de la gloria: vé la bienaven- turanza, como fin de su creacion, como término de sos trabajos, como premio de sus virtudes, como descanso de sus fatigas, como centro de la verdadera felicidad, en la que verá á Dios, conocerá á Dios, amará á Dios y se gozará en Dios por siglos eternos. Llo- roso por lo pasado, aborrecerá sus culpas con toda la vehemencia de un corazon contrito y arrepentido : fervoroso por lo presente, se abrazará gustoso con los rigores saludables de la santa penitencia: y prevenido para lo futuro, se apartará del mal y obrará el bien, pensando en la eternidad, creyendo en la eternidad y no distra-

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