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200 SOBRE LA ETERNIDAD. dejar el mundo, huir á los desiertos y sujetar vuestra carne con tan duras mortificaciones? El pensamiento de la eternidad. Ya lo he dicho. Periclitor in eternum perire. Memos abierto los ojos , di- rian todos, á las luces de la fé: hemos prestado la atencion de nuestros oidos á sus saludables verdades: hemos visto, hemos oido penas infinitamente mas terribles, suplicios indeciblemente mas prolongados y permanentes: la fé nos enseña unos tormentos eter- nos y en su comparación son nada nuestras aflicciones, nada nues- tras penitencias, nada nuestros rigores. Duriora sensi, asperiorw vidi, eterna cognovi. Estas eran las palabras que el mortificadisimo Martiniano respondía á su abad cuando le preguntaba el motivo de sus rigorosas penitencias. He sentido , decia, penas mas duras, he visto penilencias mas ásperas y terribles, he conocido por la fé unos tormentos eternos. Duriora sensi, asperiora vidi, eterna cog- novi. Oh admirables sentimientos ! Oh efectos prodigiosos del gran- de, del útil, del provechoso pensamiento de la eternidad. Pero. hermanos carisimos, qué es esto? De dónde en nosotros tanta tibieza, tanta frialdad y una insensibilidad tan dañosa? Te- nian ellos otro Dios que nosotros ? Esperaban otra recompensa que nosotros? Temian otros castigos que nosotros? Eran mas pecadores que nosotros? Su fé no es la nuestra? Su Iglesia la misma que la nuestra? Sus preceptos los nuestros? Su ley la propia que la nues. tra? Las gracias que ellos tenian, no nos las está dando tambien4 nosotros el Señor, por las Santas Escrituras, por los venerables sacramentos, por la divina palabra, por sus inspiraciones, sus án- geles y sus ministros? Pues si somos de la misma naturaleza que ellos: si tenemos los mismos socorros que ellos, si no nos interesa nuestra salvacion menos que á ellos: cómo no vivimos virtuosa- mente como ellos? Cómo no somos perfectos como ellos? Santos como ellos? Ay! Ay! yo no dudo repetirlo: no pensamos como ellos: enla eternidad; y ved ahí el orígen de todas nuestras des- gracias, y la causa mas principal de no imitar su vida Y Sus vir- tudes. Ciertamente, decia el padre San Agustin, el que piensa en la eternidad y no hace penitencia, ó no tiene fé ó ha perdido el corazon. Oelernitas, qui te cogitat nec penitel , aut certe fidem non habet., autsi habet, cor non habet! (1) No veis, carísimos oyentes, somo tra una verdad indispustable que ningun otro pensamiento nos-era mas útil para orar los pecados pasados y satisfacer por 11) $. Aug. in Soliloq.

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