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SUBRE LA. ETERNIDAD. 199 digna de llorarse con lagrimas de sangre, si yo fuese tan iusensato que á la vista de una eternidad de suplicios rehusase llorar mis cul- pas y arrepentirme de mis pecados! Dadme, vuelvo á decir, un hombre el mas pecador que forme con frecuencia estas provecho- sas reflexiones , y yo osle mostraré en breve arrepentido, lloroso y enmendado. Tertuliano no sacaba otra consecuencia cuando de- cia: Peccavi in Dominum , periclitor in eternum perire, (4) Yo he pecado contra Dios, he desobedecido á sus mandatos, he contra- venido á sus preceptos, estoy espuesto á perecer eternamente; la sentencia está dada: oh penitencia oh infierno. No nos detengamos un momento, no balanceemos un instante, abracémonos de la san= ta penitencia, no la interrumpamos jamás hasta que logremos re- conciliarnos con Dios, con quien estábamos enemistados por el pe- cado: [taque non pendeo, decia aquel grande hombre, et excrucior ut Deumreconciliem mihi, quem, deliquendo lesi. Si la naturaleza, se resiente, si las pasiones contradicen, si las sugestiones de la serpiente antigua me fatigan, respondamos todos : yo he pecado, yo soy pecador, no tengo que pensar en otra cosa que en entre- garme de todo corazon á los saludables rigores de la penitencia, para ella he nacido, para ella vivo y con ella he de morir. Pecca- tor sum, nulli rei nisi penitentia natus sum. No veis como: el pen- samiento de la eternidad hace detestar los desórdenes pasados, llorar amargamente por los pecados cometidos y entregarse del todo ála santa penitencia por ellos? Ved estos mismos saludables efectos en lo presente. Apareced aqui cristianos fervorosos de los primeros siglos: presentaos a nuestra vista , y decidnos: quién os hacia suaves los rigores de la mas austera y dilatada penitencia ? El pensamiento de la eternidad. Quién endulzaba vuestras sangrientas disciplinas, vuestros silicios horrorosos al tacto y aun á la vista, vuestras co- tas de malla, vuestros ayunos estraordinarios y perpétuos, vues- tras purilicaciones penosas , vuestras humildes asistencias á las puertas de las iglesias, con la cabeza descubierta , los piés descal- zos, la soga al cuello, el semblante triste y macilento y la voz interrumpida con el llanto? El pensamiento de la eternidad. Peri- clitor in elernum perire. Asombrosos solitarios de la Nittria, pas- mos de penitencia de la Thebaida y el Egipto: Pafnucios, Arsenios, Hilariones , Stilitas , Macarios , quién os movia con tanta fuerza á (1) Tert. lib. de Penitentia.

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