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SOBRE LA ETERNIDAD. 197 ocupába sino de las cosas transitorias ! Jam ad judicium vocálur, dice el santo, el adhuc rebus terrenis letinetur. Mire Vd. le dice el ministro de Dios, que la vida se acaba , que la muerte se acerca: que Dios le llama. Sí, ya: responde el enfermo; pero vean si las tierras de tal parte están bien labradas ó si los mozos han perdido el tiempo. Señor , que Vd. se muere. Sí, ya lo veo; pero ha ve- nido el arrendador de aquella casa, de aquel molino ó de aquella dehesa á pagar la renta? Se ha presentado don Fulano con su pie- za de autos? Ha venido á liquidar las cuentas? En vérdad que tar- don : enviarles un aviso. Señor , que va Vd. á entrar en el juicio de Dios: Jam ad judicium vocatur. Es cierto, lo conozco; pero ay! Qué presto don Fulano pretenderá mi empleo! Ya estará practican do sus diligencias para sucederme! Quién cuidará de mis hijos? Llamen un escribano para que yo le declare que ellos tienen dere- cho á tal posesion y á tal mayorazgo; porque en los papeles de mis mayores se hallan muchos fundamentos para pensarlo asi : Jam ad Judicium vocatur, et adhuc terrenis rebus detinetur. Que insensibi- lidad! Qué olvido de la salvacion! Qué ceguedad tan lamentable! De qué procede esto? Vosotros lo conoceis. El no ha pensado ni piensa en la eternidad. Todos los cuidados le absorven las cosás temporales, la colocacion de los hijos, su manutención, vel au- mento de las haciendas. Su vida se ha consumido lastimosamente én la pretension de los empleos, en el desperdicio del tiempo, en los placeres de los sentidos, en la ociosidad : sus años se han pasado sin oracion, sin frecuencia de Sacramentos, sin mortificacion de sus pasiones, sin el cumplimiento de las obligaciones de su estado, sin pensar en la eternidad. Primero entrará el miserable en ella con la realidad que con el pensamiento : primero verá su alma la eter- nidad que su entendimiento se la represente: primero esperimen- tará los años eternos, que su imaginacion los considere. Allisumer- gido el triste en unos tormentos eternos, envuelto en unas llamas eternas. acompañado de unos pesares eternos, aflijidode unos dolores eternos, martirizado de unos verdugos eternos, abandonado de sus hijos, dejado de sus amigos , olvidado de sús parientes , desposeido de sus haciendas, temblará sin provecho, gemirá sin mérito . y se desesperará sin remedio bajo la pesadísima mano del Omnipotente por toda la eternidad. Qué situacion tan triste, amados mios! Tal será la de los cristianos que no piensan en la eternidad: que no creen la eternidad : que sumergidos en las cosas temporales, trán- silorias y perecederas, se olvidan del provechoso pensamiento de
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