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192 SOBRE LA ETERNIDA). alcance del entendimiento humano. No seria eternidad si nuestros entendimientos pudieran darnos una idea cabal y exacta de su in- terminable duracion. Es verdad que imitando a los filósofos y teó- logos de todos los siglos, podríamos formar algunas cuentas, al- gunos símiles, algunas comparaciones que nos acercasen de algun modo á la vista de este Océano inmenso; pero apenas las conside- ramos con un poco de atencion, vemos con espanto que distan infi- nito del objeto, que en nada se le parecen, y que despues de ha- ber apurado todos los esfuerzos de la humana inteligencia, debemos confesar nuestra pequeñez y la debilidad de nuestros conocimien tos, y quedarnos en el mas profundo silencio asombrados y atur- didos de su incomprensibilidad. El padre San Agustin, aquel hom- bre grande en virtud y sabiduria: aquel hombre á quien sin exa- geracion podemos llamar el Salomon de la ley de gracia, hablando de nuestro asunto, decia: habla lo que quieras de la evernidad: di lo que te parezca: piensa lo que mas te acomode; pero sabe que despues de todos tus pensamientos, tus palabras y tus esfuerzos, no darás nunca una idea perfecia de la eiernidad. Quidquid vis, dicis de erlernitate: ideo autem quidquid vis , dicis: quia quidquid dixeris, minus dicis. (In Psalm. LX.) Tú podrás decir que respecto de Dios, no tuvo principio la eternidad, ni tendrá fin : que siempre esinmutable, siempre permanente, siempre una misma, y que respecto de nosotros carece tambien de término, aunque haya te- nido su principio; porque siendo nuestra alma espiritual é inmor- tal, quién, fuera del mismo Dios omnipotente que la crió, podra reducirla á la clase de los séres destructibles? Tú podrás decir que podemos considerar la eternidad á la manera de un perfecto circulo, que andándole una vez y otras mil millares de millones de veces, siempre queda tan capaz en andarle de nuevo como en el principio, siempre queda mas que andar, y nunca se llega al lér- mino, porque carece de él. Dilo que quieras, vuelveá clamar San Agustin, pero ten entendido que al fin conocerás tu insuficiencia para esplicar la eternidad. Quiquid vis , dicis de celernilale: ¡ideo quidquid vis , dicis: quia quidquid dixeris , minus dicis. Tú podrás figurarte en la vasta eslension de tu entendimiento una montaña de menudísima arena que cubra toda la superficie de la tierra hasta la altura de los montes mas eminentes: podrás ima- ginartetambien una cuerda pendiente de una estrella: del firima- mento , y que llegue hasta la tierra , por donde sube una hormiga, llevando un solo greno de arena hasta depositarlo sobre el firma-

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