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DE LOS PADRES DE FAMILIA. 183 de las primeras materias y el de las manos de los artífices que las trabajan? Válgame Dios! Si no lo vieramos, podríamos creer que habíamos llegado á un estado de tanta decadencia? Y quién puede preservarnos de nuestra próxima ruina? Vosotras en gran parte» madres de familia. Sí, vosotras. Prohibid á vuestras hijas é hijos todo vestido que no sea hecho de materias nacionales y trabajado en el reino, y con solo este golpe universal habreis puesto en mo- vimiento millones de brazos , entregados en el dia á la mendicidad y araganería, y por consiguiente á los vicios. Dad vosotras en esto ejemplo á vuestras hijas é hijos, de cualquiera clase, grado ó Con- dicion que seais; y en pocos años vereis volver la nacion á aquel estado de poder y de grandeza que tuvo en otros tiempos entre las naciones de Enropa. (1 (1) Escelentísimos señores grandes de España : permitid que un po- bre religioso capuchino, amante de su patria, os hable una palabra con el mas profundo respeto. Dios nuestro Señoros ha colmado de riquezas: administrándolas prudentemente podeis hacer felices á muchos pobres vecinos de vuestros pueblos, y sercis no solo sus señores, sino sus ver- daderos padres. En no pocos de vuestros lugares presenta la topografía del terreno, ó sea sus situaciones locales , las mas ventajosas proporcio” nes para el establecimiento de algunas fábricas. Visitad vuestros esta= dos sin fausto y sin gastos exorbitantes: llevad en vuestra compañía algun hombre de inteligencia práctica y de conocimientos sólidos, y no un charlatan fastidioso y sin sustancia: meditad con él sobre las prime- ras materias que produce aquella provincia: como podrán multiplicar= se y mejorarse: qué usos se podrán hacer de ellas: qué despacho se puede esperar de aquellas ó las otras manufacturas : y despues de vis- tas, meditadas y calculadas las proporciones del terreno, las materias que produce y los costes de su elaboracion; si el resultado fuere favo- rableá la nacion, á vuestros pueblos, 4 vuestras propias casas y á vues- tros vasallos, como yo lo espero, manos á la obra: destinad á.estos ob jetos importantes alguna parte de vuestras cuantiosas rentas, y tendrei5 el consuelo de sacar de un abismo de miserias á innumerables desgra- ciados: tendreis el gozo de ver en vuestras mesas, en vuestros vestidos, en vuestras casas y en vuestras caballerizas, frutos, telas, muebles y animales , producciones todas de vuestros estados, de vuestros vasallos» ú mas bien, de vuestros hijos. Enriquecidos ellos, harán mas poderosas vuestras casas, mas ilustre vuestro nombre, y vuestra memoria será eterna. Asi como los caudales criminalmente invertidos cubren de igno= minia á quien los malgasta, de la misma suerte los bienes recta y pru=

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