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DE LOS PADRES DE FAMILIA. 179 de sus hijos que la desobedecen, la burlan y menosprecian: si el hurto , si la deshonestidad se descubrea en las perversas inclina- ciones de vuestros hijos y vosotros callais: si vosotros no los re- prendeis con seriedad: si vosotros no los castigais severamente; en qué. vendrán á parar estos desórdenes? Familiarizada esa hija con las conversaciones indecentes de ese jóven, acostumbrada á recibir sus regalos, é inclinada fuertemente á sus torpes cariños, vendrá á ser la confusion de su casa, la ignominia de su familia, el escándalo de su pueblo y el azote de vuestra ancianidad indolente y descuidada. Entregado ese hijo á la ociosidad, por no haberle vosotros compelido á tomar un oficio honesto con que ganar vir- tuosamente el pan, se juntará con otros hombres viciosos, se dará á la embriaguez, al juego y al hurto, salteará los caminos, robará las casas, tratará en contrabandos, y por término infeliz de sus abominaciones , vendrá á morir públicamente ajusticiado. Sí, pa- dres de familia, esos hijos , esos mismos hijos vuestros á quienes abandonais á toda la malignidad de su corrompido corazon, por no haberlos reprimido en su infancia con los oportunos castigos, serán para vosotros, dice la Divina Escritura, clavos que traspasen vues- tros ojos y lanzas que atraviesen vuestro corazon. (1) Qué senti- mientos tan inútiles padecereis entonces! Qué lágrimas tan amar- gas como infructuosas! Obrad ahora el bien, pues teneis tiempo. Empezad desde la infancia á domarles la propia voluntad : no con- descendais desde el principio con sus estravagancias y caprichos: ja entereza y gravedad desde los primeros vislumbres del conoci- miento, les imprimirán una idea de respeto y veneración á sus pa- dres, que les durará toda la vida: si por la perversidad de su ín- dole fogosa no alcanzase este remedio, y viéseis que sus defectos no son de consecuencia , ofrecedles premios porque no los cometan otra vez: alabad su docilidad, su veracidad , su obediencia y otras virtudes que en ellos se descubran, aunque imperfectas , para que en adelante las perfeccionen- y mejoren: dadles ideas justas de la hombría de bien, del buen porte, de la hermosura de la virtud, de la fealdad del vicio; y cuando todo esto no alcance para domarlos, será menester aplicar la vara con prudencia y oportunidad , para no precipitarlos en el infierno por falta de correccion y castigo. Sí virga eum perculies, el animam ejus de inferno liberabis. (1) Eruntvobis quasi clavi in oculis, et lancca in lateribus. (Núm €. XXXIII, ev, 55.)
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