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178 DE LOS PADRES DE FAMILIA. hecho de verdad tambien os espondriais á una desgracia no menos funesta, si por evitar los escesos de un castigo severo, dabais en los peligros de una condescendencia escesivamente blanda. Acordaos para comprender bien esta verdad de lo que aconte- ció al sumo sacerdote Helícon sus dos malos hijos Ophni y Phinees. Eran estos unos jóvenes libertinos, que no contentos con las des- honestidades que cometian , se apropiaban las primicias de todo lo que se ofrecia á Dios en su santo templo: con cuya maldad retraian al pueblo de los sacrificios. Súpolo su padre, y en vez de repren- der con el mayor rigor y castigar con la mas grande severidad unos delitos tan enormes, tan feos, tan escandalosos, se contenta con decirles : no, hijos mios, no hagais eso: mirad que no son bue” nas las noticias que me dan de vuestra conducta, Es esto posible, amados mios! Unos hurtos sacrilegos cometidos en el mismo tem- plo, de cosas del mismo templo, por los ministros del mismo tem- plo : unos hurtos tan perjudiciales para el divino culto y tan escan- dalosos para el pueblo: unas torpezas tan execrables se castigarán bastantemente diciendo con frialdad á los delincuentes: no, hijos mios, no hagais eso? Ay! No estrañemos que el Señor Dios de los ejércitos, viendo que aquel débil padre no le vengaba de los. ultra= jes ni las ofensas que le habian hecho sus hijos, empuñé la espada de su furor y hiera con ella al padre y á los hijos,-á la familia: y al pueblo, y que consienta, no solo en la muerte de tantos millares de hombres á manos de los filisteos sus enemigos, sino en que el arca del Testamento quede tambien prisionera, y sea conducida al templo de sus ídolos abominables. Terrible castigo del Señor! Es verdad; pero en que ciertamente nos euseña- que á grandes desórdenes de los hijos, se deben aplicar grandes remedios de parte de los padres. De esta clase de defectos hablaba sin duda San Pablo:, cuando encargaba á su discipulo Tito que increpase duramente á-los súb- ditos delincuentes, para que conociesen la gravedad de sus desór- denes, y no se fuesen precipitando cada vez mas por falta de fre- no.como animales indómitos. (1) Si no solo en ausencia vuestra, sino tambien delante de vosotros se atreven vuestros hijos á insul- tar con palabras y acciones á los eriados: si los maltratan con es- presiones duras é insolentes: si vuestra misma mujer no está exen- ta con el recomendable título de madre , de los malos tratamientos a PP (1) Inerepa illos Bure. (Epis. div, Paul. ad Tit, e. 1, 0. 43.)

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