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174 DE LOS PADRES DE FAMILIA: tos que nos intima un Dios eterno, y amarle con todo el eora- 200; con todas las fuerzas y con toda nuestra voluntad. Esta esla verdad de nuestra santa religion : esta su santidad, su perpetuidad, su infalibilidad. Con su observancia cumple dignamente el hombre sus obligaciones para con Dios, para con sus prójimos y para con- sigo mismo. El hombre virtuoso es amable á los cielos y á la tierra, así como el pecadores un objeto aborrecible al Criador y á las criaturas. Huid, queridos mios, del pecado, que hace infelices 4 los hombres temporal y eternamente : seguid siempre el partido de la virtud, que los hace dichosos y bienaventurados. Mas si, por desgracia ¿alguna vez vuestra' alma espiritual, inmortal é indes- tructible que Dios ha criado é infundido en vuestro cuerpo, se man= chase con la culpa , corred , volad inmediatamente á lavarla enJas fuentes de vuestro adorable Salvador, recibiendo con fruto los san- tos Sacramentos de la Iglesia, en que se nos concede la gracia primera de nuestra justificacion por el bautismo, y la segunda por la penitencia. Huid pues, hijos mios, del pecado sobre todo mal, y practicad la virtud en que consiste el sumo bien. Judicium patris audite filii., el facite ut saloi sitis. Qué impresiones tan bellas, tan útiles, tan provechosas haria en el tierno corazon de sus hijos esta saludable y sólida instruccion desu buen padre ! Qué bien: comprenderian aquellas criaturas la santidad de la religion cristiana las verdades que enseña ; los pre- ceptos queintima , los Sacramentos qne contiene y la felicidad del hombre que vive segun sus máximas! Qué religiosos serian para cón Dios! Qué caritativos para con sus prójimos! Que irreprensiz bles en sus mismas costumbres ! Ellos cuando grandes, si se:/anu= meraban al clericato serian modelo de los santos sacerdotes: - si abrazaban el estado monástico , se mostrarian como unos dechados de perfeccion religiosa : si tomaban el estado del matrimonio; apa= recerian como unos virtuosos casados, criarian á sus hijos en las mismas piadosas máximas en que ellos fueron educados ; y en bre= ve tiempo se reformarian las costumbres, se desterrarian los des- órdenes, se practicarian las virtudes , y el mundo no seria digno de poseer unos hombres tan virtuosos. Qué felicidad para los paw res en la tierra! Qué premio tan interminable en el cielo! Pero qué infierno en este mundo y en el otro para' aquellos mitlos padres omisos en esta obligacion . al mirar á sus hijos inúti- les, Ósin provecho para la Iglesia y el Estado, por su ignorancia y su rudeza! Qué infierno para los padres al wer-á sus hijos per-
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