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164 CONTRA LAS CAUSAS DE LA INCREDULIDAD. o, beben sin reflexion sus máximas, toman de memoria algunas iroúlas festivas contra varios abusos del culto religioso : las comu- nican, las elevan y las levantan hasta las nubes, y sin otros estu- dios en pró ó en contra de la religion, declaman contra ella, y la abomivan sin conocerla debidamente. Me parece tan natural este retrato, que nadie habrá que le mire atentamente y no vea los in- crédulos ignorantes de que vamos tratando como su verdadero ori- ginal : en efecto, ellos ignoran hasta las épocas memorables de la historia eclesiástica: nunca han estudiado séria y detenidamente la perpetuidad de la fé que en ella reina, la variedad de su disci- plina segun los tiempos y naciones, la pureza de su doctrina , los acontecimientos prodigiosos que abraza, los innumerables mártires, confesores y virgenes que la adornan, los sábios escritos de los Padres que la ilustran , los venerables concilios que la sostienen y 1os decretos pontificios que con las leyes mas santas la gobiernan. Ellos ignoran la sencillez magestuosa del Evangelio, la sublimidad de sus máximas, la perfeccion beróica de sus preceptos y las admi- rables virtudes de Jesucristo: ellos ignoran la autenticidad, ver- dad y divinidad de los libros del antiguo Testamento, la certidum- bre de sús milagros, el exacto cumptimiento de sus profecías, y la divinidad de la religion, revelada en ellos á los hombres: ellos ¡g- noran hasta las pruebas mas obvias, mas sencillas y demostrativas dela existencia de Dios. Nada reflexionan sobre sus adorables y eternos atributos, nada entienden de sú poder, de su sabiduría, de su justicia ni de su santidad; y si le llaman bueno, es porque qui- sieran que no hubiera infierno á que destinara los viciosos : le lla= mán bueno, porque desean que lo fuera de modo que no castigara álos malos y pudieran ellos impunemente entregarse á los desór- denés : le llaman bueno, y ño saben lo que se dicen; pues desean que no fuera justo. Unos hombres que ignoran á Dios, «que ignoran su religion, contenida en los santos libros , que ignoran la santidad Suma y sabiduría infinita de Jesucristo, y que ignoran la historia de la Iglesia, sa perpetuidad, su infalibilidad y su unidad, “qué serán estos hiombres en el tribunal de la verdad, de la razon y de la 16? Qui estis vos, que tentalis Dominum? Quién , pues, sois vos- OLrOS, que tan temerariay sacrilegamente tentais al Señor vues= tro Dios? Escucha , pueblo nécio de incrédulos os diré con Jere- mías: (4) tienes ojos y no ves las grandes maravillas de la Omní- (1) Audi popule stulte , qui non habes cor: qui habentes oculos non videtis, el aures, et non auditis. (Jerem cap. 5, v. 21.)

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