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CONTRA LAS CAUSAS DE Lá INCREDULIDAD. 161 braseros, debajo de las espadas, suspendidas en los eculeos, amarrados á las ruedas, despeñados desde los mas altos peñascos, devorados por las fieras y sumergidos en los rios y los mares? Habeis considerado su constancia de ánimo, su firmeza de espíri- tu en los calabozos , en los destierros, entre las cadenas y los gri- llos? Habeis meditado y apreciado con la debida estimacion los triunfos del cristianismo sobre la fuerza de los tormentos, la cruel- dad de los vetdugos , el poder de los emperadores y la inclinacion de las pasiones humanas? Podreis destruir con hechos auténticos las noticias que tenemos de las fatigas de los apóstoles en su glo- rioso ministerio, de su celo , sus viajes y su martirio? Podreis de- mostrar los errores en la fé de tantos sábios Padres de la: Iglesia, que la han defendido é ilustrado con sus escritos? Podreis desmen= tir la prueba siempre subsistente , siempre pública, siempre á la vista detodos , cual es la conversion de los pueblos? Quién arruinó la idolatria? Quién dispersó la sinagoga? Cuándo, cómo y por quiénes se estableció y propagó el cristianismo? Pobres hombres, cuánto os falta saber! Sin noticia de la historia eclesiástica, sia inteligencia del Evangelio, sin meditacion de la santidad y sabi- duría de Jesucristo, sin estudio de los libros santos del antiguo y nuevo Testamento , sin estos vastos conocimientos , que piden la aplicacion de toda la vida para su consecucion, cómo 0s atré- veis á oponer contra la santa religion, que gloriosamente pro- fesamos, dudas superficiales, dificultades frivolas, pueriles epí- gramas y menosprecios sacrilegos? Miserables! Ved ahí el in- menso sistema , que habiais de haber abrazado desde niños para entender la religion de Jesucristo, antes de presentarnos obje- ciones triviales, inconexas, mil veces respondidas, convencidas y aniquiladas en los pasados siglos. Id primero, juventud insensata, ¡dá lenaros de todos es- tos utilisimos conocimientos que os faltan, antes de levantaros por censores de una religion, que nohabeis bastaate bien co- nocido. Aprended á creer antes de impugnar; («4 creer, digo, con una fé humilde, sencilla, pacífica y que'obra por la cari- dad. Entonces no exijiré de vosotrosuna noticia tan circunstan- ciada de la religion, como no: la exijo de los cristianos dóci- les á las verdades escritas; que Dios ha revelado á su Igle- sia, y que sus padres, sus maestros, y sus párrocos les re- piten. A estos les basta creer con una fé humilde, sencilla y viva, porque nose levantan á impugnar; pero vosotros, que 41
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