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160 CONTRA LAS CAUSAS DE LA INCREDULIDAD. haber meditado sériamente la santidad y doctrina de este hombre Dios , os ha precipitado en los absurdos de la ignorancia mas es- ¡úpida. Por último , amados cristianos mios, hablad á estos hombres insipientes de la historia de la Iglesia. Decidles, que en ella apa— recen esculpidas con caractéres indeleles la proteccion de Dios so- bre su pueblo, la perpetuidad de la fé, la infalibilidad de la Igle- sia, su santidad , su hermosura y esplendor aun en los tiempos mas tenebrosos, yá pesar de las manchas que afearon á no pocos de sus miembros: decidles, que nada es mas propio para manle- ner é inflamar nuestra fé, que en ver en la historia eclesiástica los inmensos trabajos de los apóstoles por comunicarla á todo el mun- do: los espantosos tormentos de millones de mártires por confesar- la: los escritos de los Padres por defenderla: los Cánones de.... Pero que aserciones son estas tan arrojadas, 0s dirán interrum- piendo vuestro discurso? Hay mas que oscuridad en los primeros tiempos de la Iglesia? Incertidumbre en sus hechos? Fábulas en sus historiadores? Se halla en el progreso del cristianismo otra mar- cha , que la ordinaria en el orígen y progresos de las demas falsas religiones , y de las heregías? Hay mas en su culto, que un apa— rato esterior, estudiado mañosamente para imponer al pueblo, y llenarle de ilusiones? No vemos muchas opiniones humanas aña- didas como dogmas divinos al Evangelio? No, señores incrédulos insipientes. No vemos dogmas divinos añadidos al Evangelio: no vemos adiciones de verdades á la esencia del culto religioso: no vemos nuevos artículos de fé, que no hayan creido y predicado los apóstoles ; ni los vemos nosotros, ni vosotros los habeis visto. LO que todos vemos es, que puede mudarse, y efectivamente se ha mudado, la disciplina esterior y las ceremonias del culto: lo que todas vemos es la mayor y mas clara esplicacion de algunas ver- dades ó misterios de la fé, segun la exigencia de los tiempos y lu- gares. Pero nuevas verdades de fé, en dónde están escritas? Mien- tras que las mostrais, decidme , señores incrédulos, habeis subi- do por los canales puros de la verdadera tradicion hasta su orígen, bustando en las decisiones de los venerables Concilios la fé de Lo- dos los siglos? el nacimiento, progreso y lin de las heregías y los cismas? Habeis tomado á vuestro cargo contar los millones de mártires de toda clase de personas, que como testigos irrefraga- bles han dado su vida por la fé en todas las provincias? Habeis examinado sus ilustres confesiones de la religion en medio de los

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