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154 CONTRA LAS CAUSAS DE LA INCHEDULIDAD. <us adorables misterios y reflexione sobre su hermosura, la repu- tará como un abismo de grandeza , de majestad , de órden, camti- dad y economia. Cuanto mas compare sus sagrados dogmas con los preceptos de los filósofos mas ilustrados, los hallará mas dignos de admiracion y respeto. Cuanto mas sábios sean los hombres que es- tudien de buena fé la religion, hallarán en proporcion de sus luces mas evidencia en sus pruebas, mas sublimidad en sus misterios, mas pureza en su moral y mas justicia en sus preceptos. Ninguna de las bellezas de esta augusta obra de la sabiduría divina descu- bhren los incrédulos insipientes de nuestros dias, y siguiendo fases nados de su ignorancia por,los estravíos del error, no se avergien zan de menospreciar la santa religion antes de haberla estudiado, meditado y entendido, No se parecen estos nuevos cnemigos de la Iglesia á los herejes antiguos: aquellos veian muchos misterios, y no los contradecian; se obstinaban en sostener un error. y sola- mente contradecian la única verdad, que aquel error mpuguaba: estos nada ven y todo lo-contradicen; siguen se propio espíritu y no el de Dios, que asiste á su Iglesia santa: saltan de una en otra cuestion , antes de verla decidida : proponen objecciones pueriles contra los divinos oráculos, y no aguardan las respuestas ni atien- den á las demostraciones: siempre Crrantes , siempre inquietos, de todo hablan , y nada con so'idez entienden. Infelices insipientes, que nada veis digno de vuestra creencia y observancia en una reli. gion toda divina! Ve prophetis insipientibus, que seguuntur spirilum suum, et nihil vident! De esta suerte os anatematizaba tantos sigloS hace el grande profeta Ecequiel. (Cap. 43.) Sí vosotros , amados cristianos mios, quereis tocar con todos vuestros sentidos esta verdad, hablad á los incrédulos ignorantes de la existencia de Dios. Apenas empeceis á dar las pruebas €vi- dentes de esta verdad: luego que deis principio á demostrar que este Dios es criador, que es santo y justo: que premia al virtuoso y castiga al malvado , cuando con una falsa sonrisa Os interrumpi- rán diciendo: quien sabe si la materia es eterna? quién sabe si ella es capaz de pensar ? Cómo es bueno y santo ese Dios que con dena eternamente la mejor obra de sus manos? Frivolos ateistas» habeis vosotros antes de proferir esas blasfemas ironías, imitado -á los grandes hombres en sus profundas meditaciones sobre la esen- cia de la materia, sobre la naturaleza del movimiento , sobre la es- piritualidad é inmortalidad de nuestras almas? Habeis estudiado por muchos años en la hermosa y admirable naturaleza, que de-

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