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SOBRE LA INMORTALIDAD DEL ALMA. 129 Fulgencios, lidefonsos , Braulios , Valeros, Alcántaras, Rojas, y tantos millares de otros ilustres españoles, que unos por la vir- tud, otros por las letras, otros por las armas han sido la admira- cion del mundo: es posible , digo, que las almas de todos estos no eran otra cosa que un poco de materia mas fina y delicada que la de los peñascos y jumentos? Es posible que unos hombres tan he- neméritos de su patria y de todo el género humano, no han me- recido mas para con Dios que los ladrones, los falsarios , los ho- micidas , los traidores, los ingratos , y todos los demas bribones que han sido el oprobio de la razon, y el escándalo del mundo? Tan opuesto, y tan diametralmente contrario es este abominable sistema de los materialistas á las luces de las razones y á los bellos sentimientos de la naturaleza. Resulta, pues, comouna verdad demostrada hasta la misma evidencia, que la materia no puede pensar ni por su naturaleza , ni en virtud de sus configuraciones, ni en razon de sus movimientos, ni por causa de su quietud y re- poso. Luego es imposible que la materia piense. Luego nuestros pensamientos tienen por principio una sustancia espiritual. Si, amados cristianos mios. Hay en el hombre ademas del cuerpo organizado una alma espiritual : una alma que piensa, que raciocina , que reflexiona, que elige con libertad los medios que la parecen mas oportunos para el fin que pretende, despues de ha- berlos examinado y combinado en sí mismos y con relacion al fin. Para demostrar esta verdad con la solidez que hemos evidenciado, que la materia nada de esto puede hacer, preguntemos á los ma- terialistas , si hay en el mundo hombres tan estúpidos, salvajes, y tan bárbaros , en quienes no se hallen ideas bien perceptibles de la teoría de la mecánica , de la política, de la justicia y de la yir- tud? Supongamos dos Indios Iroqueses, Patagones ú Otentotes que tratan de mover una grande piedra , que escede por su pesantez ó gravedad las naturales fuerzas de sus brazos. Qué hacen? Buscan inmediatamente un leño que les sirva de palanca, y con su mayor 6 menor longitud, duplican ó triplican suactividad y sus fuerzas, y mueven fácilmente con ella aquel enorme peso. Supongamos que quieren arrancar las raices de un árbol, ó tronchar algunas de sus ramas. Cómo lo ejecutan ? Disponen en tal proporcion sus piés, Sus manos y su Cuerpo, que apartando este cuanto pueden del pun - tode apoyo de sus piés y en direccion opuesta, logran con mas prontitud y menos trabajo la ejecucion del pensamiento concebido. De la misma suerte , dando un dia con una espada sobre una pie- 9

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