BCCSAL000549-A-09000000000000

122 SOBRE LA INMORTALIDAD DEL ALMA. la sinagoga , milagros , profecías y sacramentos, con otras milla- res de cosas que vemos con nuestros mismos ojos, y tocamos con todos los sentidos. Luego no miente: luego si Dios existe y habla la verdad, es menester creer la inmortalidad del alma. En efecto, me parecen íntimamente unidas estas dos verdades : la existencia de Dios, y la inmortalidad de nuestras almas. Si la primera se de- muestra , la segunda queda probada; y si esta se niega, no puede sostenerse aquella. De la existencia de Dios se sigue necesaria- mente que ha de amar lo bueno y aborrecer lo malo: que ha de amar la virtud y castigar el pecado. Esto no se vé innumerables veces en esta vida; luego precisamente ha de haber otra. Si el al ma del virtuoso muere con su cuerpo, cuándo esperimentará ej premio de su virtud, no habiendo ésperimentado en esta vida mas que trabajos, dolores, enfermedades, calumnias y persecuciones? Dónde está la bondad dé Dios? La justicia de Dios? La santidad de Dios? Si el-alma del malvado no sobrevive á la destruccion de su cuerpo, cuándo esperimentará el castigo de sus hurtos, sus de- tracciones, sus torpezas , sus ingratitudes, sus traiciones, sus ca- lumnias, sus opresiones y crueldades, no habiendo esperimentado en su vida sino las delicias, los placeres , los'contentamientos de los sentidos, gozando la salud mas robusta, poseyendo las rique- zas mas cuantiosas, obteniendo los empleos mas brillantes, y ro- deado de los aduladores mas continuos? Estas verdades, amados cristianos mios , son tan claras y luminosas, que persuaden y con- vencen con solo presentarse. Sin embargo , conviene deciros con San Pablo, que vivais cuidadosos para no abandonar su creencia: no dejeis corromper vuestro corazon con los desórdenes de los vi= cios, porque entonces el corazon corrompido exhalaria vapores fé- tidos, que llegarian tarde 6 temprano á oscurecer las luces de vuestro espíritu con las negras nubes de la incredulidad : Videte, [ratros , ne forte sit in aliguo vestrum cor malum incredulitatis. Si yo hablára en este discurso con solos vosotros, amados hijos mios, no necesitaba, para confirmaros en la fé cristiana que dicho- samente profesais, mas que haber tocado ligeramente: los divinos oráculos que invenciblemente demuestran la inmortalidad de nues- tras almas ¿como lo habeis oido. Al deciros: Dios ha hablado, Dios lo enseña, Dios lo predica con obras y palabras; todos |humillando vuestro: entendimiento en 'obsequio de la fé, escucharíais á Dios on el mas profundo respeto; creeríais cuanto os dijese, y obede- ceriais en cuanto os inaudase. Pero ay! vivimos en unos dias ma-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz