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Y VERDAD DE LOS MILAGROS. 111 ron de dolores: se parecerá á un leproso, herido, humillado porel Señor: pero se ofrecerá á los tormentos de su propia voluntad, porque ha salido por fiador nuestro, porque seha encargado de sa- Uisfacer por nuestras iniquidades: él se ha vestido de nuestras mise- rias y ha padecido nuestras enfermedades: él ha sido: herido por nuestros pecados, y nosotros hemos sanado con el remedio: de su sangre. Ved todavía, cristianos mios, huevas y antiguas profecías, nue- vos y antiguos motivos de afliccion y de amargura para nuestro amable Salvador. Un traidor, dice por su profeta David , ha abier- to su boca para perderme, y ha vendido mi vida por treinta mo- nedas de plata. Qué pecado! sea el infeliz abandonado á sí mismo: rodéele el demonio, y póngale á su mano siniestra: sea eternamen- te reprobado y sirvale:de un nuevo crimen la confesión de su trai- cion: abréviensele los dias, y su obispado pase á otras manos. No se terminan aquí mis males. El corazon se me angustiaba con la vista cruel de los oprobios y suplicios que me esperan: he buscado quien me consuele, y no le he hallado: los mismos que me acom- pañaban, me abandonaron y se apartaron de mí, dejándome en manos de mis enemigos. De este modo, dice el Señor, se ha cum- plido el oráculo de mi profeta: heriré al pastor, y: se dispersarán las ovejas. Desde este triste momento, yo he sido el objeto de la irrision de mi pueblo: todo el dia he padecido sus ultrajes y. me- nosprecios. Mis enemigos han comenzado formando contra má de- signios malos en secreto , y luego en público me han calumniado y pedido que muera, y que mi memoria perezca. Hombres llenos de malicia se han juntado en consejo contra mí : falsos testigos me han acusado : animales furiosos y leones rugientes me han rodeado para deyorarme ; y yo he entregado mi cuerpo á los golpes, mi rostro á las bofetadas y mi barba á los que me la áarrancaban cruelmente. Nosotros le hemos visto reducido á este triste estado; dice-un pro- feta : por el esceso de su:padecer era un objeto de dolor, y como el último de los hombres y apenas le conocíamos. Entonces, dice el Salvador,- yo he guardado el silencio mas profundo: he mar- chado al suplicio con la. mansedumbre que un cordero es llevado al sacrificio 6 despojado de su lana: alli los verdugos crueles me han taladrado mis manos y mis piés : me han dado á beber hiel y vinagre, han repartido divididos en parte mis vestidos, y han echado suertes sobre mi túnica : todos los que me miraban en este doloroso estado se burlaban de mí, me insultaban moviendo su ca-
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