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Y VERDAD DE LOS MILAGROS. 107 una semana. En medio de esta semana , hará cesar el sacrificio y la oblacion: se verá en el templo la abominacion de la. desolacion; y hasta la ruina total, que ya está resuelta, se añadirá desulacion a desolacion.» Digannos los incrédulos, si es posible una profecía mas clara y luminosa del Mesías que la que acaban de oir? Cristo es llamado por su propio nombre: sus títulos los mas auguslos se especifican: él es él, y el ungido por escelencia: el Santo de los Santos y la santidad por esencia ; el autor y principio de la justicia: el solo es la verdad, y en quien se cumplen todos los anuncios de: los profetas y se verifican y realizan todas las figuras: él solo puede lavar las iniquidades que han manchado la tierra: él solo es la vic- tima capaz de espiar el pecado: él solo puede ser autor y pontífice de una nueva alianza; hacer cesar los antiguos sacrificios, como in suficientes y estériles, y sustituirles un sacrificio único y una hós- tia pura, santa, inmaculada, eterna y de ¡ufinito precio. Aquí en esta profecía vemos verificados los designios de Dios, de espiar los pecados de los hombres por la muerte de Cristo, que reconcilió el cie- lo con la tierra: aquí vemos contribuir la incredulidad de los judíos, su crueldad y su envidia al cumplimiento de las profecías, que tan- tas veces hablaron de las humillaciones de Dios, de su pasion y su muerte: su propio delito de ellos (cosa admirable! ) es para nosotros una prueba demostrativa de que Jesucristo es el Mesías prometido en la ley y los profetas: aquí, finalmente, vemos por nuestros mismos Ojos la destruccion de la ciudad, la ruina del santuario y la desolaz cion constante y permanente, anunciada con palabras claras por Daniel. Los romanos, conducidos por Tito, arruinan á Jerusalen, abrasan su magnífico templo, hacen perecer por la espada y el hambre mas de un millon de personas y derraman los: tristes res- tos de aquella nacion infeliz por todas las provincias de. la tierra. Para ver cada uno estas verdades públicas, estas pruebas irresisti- bles, no es menester mas que abrir los ojos. Sin embargo, oigamos tambien al profeta Ageo, cuya profecía bien considerada comunica una nueva claridad á lo que acabamos de decir, y no admite efugio ni tergiversacion. Sesenta y nueve años habia que la magnífica y admirable casa de Dios que habia edificado Salomon se habia destruido. Quéjase el Señor por su pro- feta de que su pueblo tenia casas y él carecia de tempio. Inflama el espíritu de Zorobabel, y de Jesus hijo de Josedec, y edifican nueyo templo; pero inferior en mucho á la hermosura, riqueza y magnificencia del primero. No obstante, el profeta Ageo les habla

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