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106 SOBRE LA CLARIDAD DE LAs PROFECIAS Isaac y Jacob lo publican, y este último, estando para morir, junta á sus hijos y anuncia á cada uno de ellos el destino futuro de la tribu que habia de descender de él, y en llegando á Judá, entre otras palabras proféticas, pronuncia estas: «El cetro no será qui- tado de Judá, ni el príncipe de su posteridad, hasta. que venga el que debe ser enviado, y este será la espectacion de las gentes.» Visiblemente designan estas palabras al Mesías y señalan con pre- cision no solo la familia, sino el tiempo de su venida , aunque de un modo general. Reflexionad que á medida que el tiempo señalado desde la eternidad en los consejos de Dios para la venida del Me- sías se acercaba, las profecías eran mas claras y mas circunstan— ciadas. David , Isaias , Jeremías , Ecequiel y Daniel, que desde la fundacion de la. monarquía de los judíos se sucedieron cuasi hasta el fin del cautiverio de Babilonia, hablaron distintamente y tan por menor de cuanto tenia relacion con el Mesias, que mas parecen historias de lo pasado sus escritos, que profecías de lo. venidero. Nos haríamos interminables si pretendiéramos esplicar cada una de sus palabras. Trataremos solamente de algunas que demostrarán hasta la misma evidencia la injusticia de los incrédulos, que cier- ran obstinados los ojos por no ver su hermosa claridad. «Yo estaba en oracion, dice el profeta Daniel, cuando el ángel Gabriel me habló de esta manera: el tiempo de setenta «semanaS es el que se ha fijado á tu pueblo y á tu ciudad santa, para que cese la prevaricacion..se acabe el pecado, se espíe la iniquidad, para que la eterna justicia Je suceda, que la revelacion y la pro- fecía se cumplan y que sea ungido el Santo de los Santos. Sabe, pues, y compréndelo bien, que desde el dia que se.dará la órden de reedificar á Jerusalen, hasta el tiempo en que parecerá el Rey, que es Cristo, pasarán siete semanas y sesenta y dos semanas.» Pienso que no ignorarán los incrédulos instruidos, que en el estilo de la Escritura las semanas no son de dias, sino de años, como las de Ecequiel, y como mucho tiempo antes las habia nombrado Moi- sés en el Leyitico. Vamos continuando con el profeta. «Las plazaS de Jerusalen, dice, y sus murallas, serán fabricadas de nueyo, despues de las sesenta y dos semanas, el Cristo será entregado á la muerte, sin «que nadie se declare por él. El pueblo que tendrá por gefe al principe que ha de venir, destruirá la ciudad y el san tuario. Su fin se parecerá al de las cosas que se sumerjen,-y la guerra no se acabará sino por una entera desolacion , cuyo tiem- po está fijado. El Cristo hará una firme alianza con muchos en

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