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ns 104 SOBRE LA CLARIDAD DE LAS PROFECIAS presas : las otras le caracterizan bajo de emblemas, figuras y enig- mas, y las últimas tienen un sentido que en parte conviene al Me- sías y en parte al héroe que le representa. De aquí nacen tres re- glas de crítica las mas sensatas y juiciosas. La primera es que debemos tomar á la letra todas las profecias que hablan del Mesías en términos claros y espresos: la segunda, que cuando una profe- cía enigmática ó simbólica , tomada á la letra , no tiene sentido ra- zonable , ó no tiene ninguno, pero se acomoda perfectamente al Mesías, es menester entenderla del Mesias : porque es innegable que todas las palabras de Dios deben tener un sentido digno del Señor que habla; y la tercera es, que cuando la Escritura habla de uno de aquellos héroes que representan al Mesías de un modo mas magnífico que lo que á aquel personaje le corresponde y con- viene , es menester atribuir al Mesías lo que de él se habla en la Escritura. Sin estos prévios conocimientos , nadie entenderá recta- mente las palabras del Señor en los santos libros. Sin esta llave, siempre será este libro divino un archivo lleno de verdades eter- nas, pero cerrado á la inteligencia de los hombres. Mas distinguien- do un sentido gramatical que dice la letra y un sentido espiritual que anuncia el misterio , todo queda corriente, todo claro. Grabe- mos profundamente en el alma estas nociones, penetrémonos bien de estas máximas , y entremos con un profundo respeto á exami- nar las profecías que hablan del Redentor: veremos en ellas un asombroso encadenamiento de verdades, mas ó menos brillantes, mas ó menos claras y precisas á proporcion que se acercaba el objeto á que todas se encaminaban. Apenas nuestros primeros padres Adan y Eva violan en el Pa- raiso el precepto del Señor, comiendo el fruto del árbol de la cien cia del bien y del mal, se les aparece su Divina Majestad , los lla= maá su tribunal y hace comparecer tambien á la serpiente. Mués- trales su delito , no admite sus frívolas escusas, determina la sen- tencia, y antes de intimarla á Adan y á Eva, pronuncia la de la serpiente con estas notables palabras: «Yo estubleceré, dijo el Se- ñor , una eterna enemistad entre tí y la mujer , entre tu posteridad y la suya : un día llegará en que ella quebrará tu cabeza.» Hé aquí unas palabras de Dios , que entendidas en su sentido literal, nada valen para consolar á nuestros allijidos padres Adan y Eva, desmu- dos, pobres, desgraciados y arrojados del Paraiso ; pero entendi- das en el sentido místico ó espiritual en que efectivamente deben entenderse, son una fuente inagotable de consuelos, son la prime-

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