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96 SOBRE LA SABIDURIA Y SANTIDAD Scribe el Pharisei! ve vobis ! ve vobis! Habeis alguna vez conside- rado , amados cristianos mios, quiénes eran estos hombres á quie- nes el Señor reprendia con tanta dureza, y quiénes eran aquellos otrosá quienes trataba con tanta clemencia? Ob reflexion digna de que no la olvideis jamás, para conocer la santidad de la fortaleza de Jesu- cristo! Los escribas, los fariseos , los principes de los sacerdotes eran unos hombres públicos, de grande reputacion en el pueblo, que podian conmoverle á su voluntad , revolverse contra Jesucristo, atentar contra su vida y procurarle su muerte; y los otros eran unos hombres pobres, que nada podian, y de quienes nada habia que recelar: estos eran unos pecadores de flaqueza ó ignorancia, y aquellos unos pecadores de malicia y de poder: y no obstante, Je- sucristo se levanta contra sus desórdenes, y reprende intrépida- mente sus vicios en unas circunstancias terribles, en las que el respeto humano reduce al silencio los hombres mas animosos , y les hace olvidar lo que deben á Dios y á su sagrado ministerio y trata al mismo tiempo con dulzura á los que son el blanco mas fre- cuente de las almas cobardes, pero altivas, que los tratan con la mayor dureza y sin la menor consideracion. Oh Dios inmortal ! Qué proceder tan santo el de Jesucristo en su sagrado ministerio! Qué i debilidades tan reprensibles cometemos cada dia sus ministros por | no imitar una conducta tan justa! 11 Pero no omitamos dar una vista sobre el estado mas brillante h de la santidad de Jesucristo. Mirémosle en su pasion y en su muer- te. En ella es donde descubre toda la hermosara, toda la fuerza y toda la grandeza de su alma. Todo cuanto el mundo ha admirado por mas grande, es inferior á él con una distancia infinita. A su vista todo parece pequeño, toda virtud se eclipsa y toda santidad desaparece. Nada hallamos en todas las historias que se parezca á tal modo de padecer y morir, revestido de un poder infinito , der riba con una sola palabra toda la multitud armada de ministros y soldados que venian á prenderle: permíteles luego que se levanten y seentrega voluntariamente en sus manos. Esta era la voluntad de su Eterno Padre ; esta era la suya, y esto lo que nos convenía y tra necesario para nuestra salud y remedio. Abandonado de sus amigos y entregado al furor de sus enemigos, mira llover sobre su venerable persona violencias, injusticias , calumbias, insultos, ul- trajes los mas inauditos y tormentos los mas atroces; pero ni mani- fiesta su inocencia delante de los jueces, como Sócrates para poner en salvo su reputacion, ni publica la violencia de su grande pa-

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