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DE JESUCRISTO. 95 ria de su Padre Celestial, el socorro de los desgraciados hijos de Adan, y la demostracion de su Mision divina. Para quedar pene= trados de esta verdad, no teneis mas qñe leer el Evangelio: en él hallareis que los fariseos le piden con un tono imperioso que haga un milagro; y como el orgullo es quien le pide, se le niega. Cla- man sus mismos discípulos que haga descender fuego del cielo con= tra Samaria; y como la venganza solicitaba este milagro, el Señor le niega, y los reprende. Alégrase Herodes al verle en su presen= cia, esperando que haria algun prodigio; y como la curiosidad es el orígen, calla y no le hace. Piden los escribas y sacerdotes que baje dela cruz y creerán en él; y como su Divina Majestad conoce no ser justa su peticion, la niega y muere en la cruz. En vano bus= careis un lunar en la santidad de Jesucristo. Su intencion y sus Operaciones son perfectas , son justas, son heróicamente virtuosas. Quereis ejemplos de bondad, dulzura, clemencia y misericordia? Representaos á Jesucristo y á la Magdalena á sus piés en casa de Simon el Fariseo: á Jesucristo presidiendo ul juicio de la mujer adúltera: á Jesucristo hablando con la Samaritana en el pozo de Sichar ; á Jesucristo comiendo en casa de Zacheo con los publica= nos: á Jesucristo rodeado de niños, á quienes ama y defiende. Re- presentaos, vuelvo á decir, á Jesucristo en estas y otras ocasiones de su santísima vida, y decidme si toda la caridad que podemos concebir en un Hombre-Dios para salvar los hombres, no está bri- Hando á vuestros ojos? No le veis como el Pastor más vigilante y benigno, como el Padre mas tierno y mas amable? Podia el mis- mo Jesucristo pintarse á sí mismo con caractéres de mayor benig- nidad y misericordia ? Quereis ejemplos de fortaleza y de una libertad intrépidamente santa? Representaos á Jesucristo arrojando del templo á todos los que le profanaban con sus negociaciones , derribándo- sus mesas, echando por el suelo sus dineros y célando el honor. y culto de su casa : representáosle dando en rostro á los escribas y fariseos con sus hipocresías, sus injusticias, sus tradiciones perversas y sus costumbres corrompidas. Nada puede imaginarse que se parezca al espíritu, al fuego, á la terribilidad de sus reprensiones contra aquellos hombres que abusaban sacrílegamente de todo lo mas santo que habia en la religion, que imponian cargas insoportables sobre los fieles, y no arrimaban siquiera un dedo de misericordia para ayudárselas á llevar. Estremecen y horrorizan aquellos ana temas que Jesucristo proferia contra ellos; Ve vobís Hypocrite
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