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9% SOBRE LA SABIDURIA Y SÁNTIDAD modestia la mas edificante: Toda virtud tenia asiento en su alma. Todo cuanto él dijo, fué precisamente lo que debia decir; y todo lo que él hizo, fué precisamente lo que debia hacer. Todo era per- fectísimo en Jesucristo : sus pensamientos, sus palabras, sus obras, sus acciones, su cuerpo y su alma. No puede imaginarse virtud mas verdadera, mas sólida, mas franca, más superior” á toda preocupación y consideracion humana, á todo temor ,' á toda espe- ranza y á cualquiera especie de intereses. Cuando desafía á los ju- díos á que le convenzan de algun pecado, me veo precisado á creer- le un Hombre-Dios , que en medio de sus enemigos hace brillar su santidad para eterna gloria de su Padre. Ved, cristianos oyentes mios, los caractéres generales que de la santidad de Jesucristo nos dan los evangelistas. Si quereis mas instrucciones sobre algunos particulares , idlos escuchando con atencion. Volved á leer el Evangelio”, y hallareis en él que Jesú- cristo ha dado á los reyes, á sus ministros . á los sacerdotes y á los grandes del mundo, todo lo que es debido á la dignidad de que estaban revestidos. Pero reflexionad que jamás les dió nada de mas. Nunca elogió sus talentos, su grandeza ni sus riquezas; so- lamente alababa su virtud. Lo qué mas estimaba y honraba' en el hombre , era el hombre mismo, ó lá dignidad de su naturaleza hu= mana, que él mismo habia dignificado uniéndola á su divinidad. Oh qué virtud tan rara! Oh qué santidad tan heróica! Leamos el Evangelio, y hallaremos que Jesucristo no hizo otros milagros que los que convenia hiciese un Hombre-Dios. Si da vista á los ciegos, oido á los sordos, habla á los mudos, salud á los en- fermos y vida á los muertos : si arroja los demonios, si serena las tempestades, si multiplica los panes, si descubre los pensamientos mas ocultos de los hombres, si todos los elementos le obedecen, si los ángeles le sirven, si los hombres y los espíritus infernales tiemblan en su presencia, si el sol y la luna se oscurecen, si las piedras se parten, si el velo del templo se rasga, si los sepulcros se abren y los muertos cuando mueren vuelven á la vida, si él mismo resucita, si resucitado come , bebe, habla, camina, ense- ña, instruye, y al lin, sube á los cielos á la vista de tantos testigos: enuinguno de estos grandes prodigios tuvo parte alguna el respeto humano, la curiosidad de los espectadores, la vanidad 6 compla- cencia de hacerse admirar de las gentes: hizo grandes prodigios, ciertamente no los niegan los mas declarados enemigos del eristia- nismo, pero todas sus maravillas tuvieron por objeto la mayor glo-
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