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259 Los pecados con que injurié á tu Soberana Magestad, y pro- voqué á tu Omnipotencia y sien— do ellos, como son, un testimo- nio de la rebeldía de mi corazon, de mi ingratitud á tus beneficios, y de mi insensibilidad á tus ins- piraciones , me atreví no obstan- te á cometerlos en tu presencia, Tú me sufristes con paciencia, y de esta tu bondad abusé , hasta olvidarme de que, siendo tú un Dios tan justo como misericordio- so, era preciso que algun dia to- mases venganza de mis culpas, ¡Ah ! si antes de este tiempo no las borro con lágrimas de peni- tencia, ¿como podré yo escusar mi malicia, cuando ésta sea pa- tente al universo en el dia de tu juicio último? Tú quedarás jus-