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por lamañana. 189 Para ser cauto en no tocar á otro, procede cauteloso contigo mismo, 0 solameñte 4 no tocarte con pe- ligro. de la castidad , sino tambien en no descubrirte ni mirarte, te- niendo verguenza de tí mismo, y acordandote siempre que tu: mis- ma carne es tu mayor enemigo, capáz de darte la muerte-con 50- lo la vista. Tal vez se lamenta- rá un Religioso de ser su: cuerpo insolente á su mismo despecho; y no es maravilla , si él atiende £ acariciarlo con delicadezas y demasiadas comodidades. : :. Será, ua milagro que viva casto, quien no atiende á huir los excesos en el comer , en el beber y en el dormir. :: Asi la sangre se en- ciende, y los sentidos vienen mór- bidos y delicados ; de donde - muy conveniente á la castidad nuestro vivir comun, por la fre=, cuencia de ayunos, y por la con= tinuacion delas Vigilias ¿de Mayti- nes á media noche. Mira: si tur Qs I4 eres
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