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ll provecho, puros é inefables gozos y consuelos dulces y regaladísimos? Los documentos que hoy publicamos, demuestran que mo es imposible coleccionar, ordenar, enlazar y am- pliar los hechos que en el lapso de trescientos años se han desarrollado en Castilla; otros varios manuscriptos que, quizá no tardando, verán la luz pública, nos persua den que un compendio de nuestras glorias y de /odos los aconteciv-ientos notables de Castilla, form: y allí donde puede beberse en los más ricos manantiales y no es cos- toso carearse ojos con ojos y recoger e >] parecer de los historiadores más cultos y afamados, había de ser ade- más utilisimo. ¿Pero este compendio que es posible y utilisímo po- drá trabajarse con tal maestría que figure entre las obras de arte, ajustadas á los preceptos literarios? ¿Será dispa- rate estupendo y deplorable insensatez abogar para que sea á la ley inflexible y dura de la uxidad sometida? ¿Contamos con los materiales precisos y preciosos para establecer una división acertada, prenda segura de la claridad, del enlace, de la armoniosa variedad y del fe- liz coronamiento? ¿UnA CRÓNICA DE MENORES CAPUCHINOS, podrá aderezarse rica y majestuosamente y ser engala- nada con los flamantes y vistosos atavíos del lenguaje? ¿Las filigranas retóricas y los primores y gallardías del pensamiento y las bellezas que esmaltan las historias de Sigiienza y Rivadaneyra, no caben er, un libro de Fran- ciscanos-Capuchinos? ¿Nos pararían los pies si intentara- mos juzgar con indepe ndencia cosas y personas, estudiar empresas, analizar escritos, apreciar el influjo de institu- tos y corporaciones, poner en parangón épocas y escue- las, sintetizar y deducir verdades y enseñanzas, hacer escarceos filosóficos y no desdeñar los sanos y salvadores principios de la crítica moderada y racional? No me he propuesto entrar en el fondo de la cues- tión; ni codicio la plaza de escritor discreto, cultoy re- comendable; ni he soñado en usurpar la autoridad y PP.