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85 donar, ni desahuciar á tus prójimos por rebeldes desalmados que parezcan? MEDITACIÓN TERCERA El P. Misionero debe excitar su celo por ganar almas por la hermosura y valor de cada una de ellas PRELUDIO: Contempla á Jesús crucificado en el acto de ofrecer á su Eterno Padre su vida y toda su sangre pol la redención del género humano. Considera que la observación cuotidiana nos per- suade, que los hombres padecen grandes trabajos y privaciones y se exponen á inminentes riesgos duran- te su vida por allegar algunos intereses perecederos de este mundo. ¿No será razón que los Sacerdotes y Mi- sioneros sufran y se sacrifiquen algo para ganar almas, cada una de las cuales vale más á los ojos de Dios, que todos los tesoros de la tierra, como dice San Bernardo? Si una alma, asegura Sto. Tomás de Villanueva, pudie- ra verse á sí misma, todo lo que hay en el mundo le parecería inmundo estiércol en comparación de su hermosura, Si anima possit se ipsamintueri, quidquid in mundo pulchrius est, ut stercora reputaret. Es tanta su belleza, dice San Juan Crisóstomo, que no hay cosa en el universo con que pueda compararse. Nihal est quod anime possit coequari,nec universus mundus. Al fin, como dice San Agustín, una alma es un vivo retrato de su divino y hermosísimo Hacedor en todas sus potencias. Y como si esa misma semejanza hubie- se producido en Dios un entrañable afecto hacia las almas, es tanto el aprecio que de ellas hace, que según nos enseña San Crisóstomo, no hay cosa que tan grata

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